Este cronista debe estar muy equivocado en sus apreciaciones poco favorables a la acuicultura, a pesar de que considera que esta debe contar con vía libre cuando, llegado el caso y si es que este llega, la pesca no sea posible.
Lo digo desde el convencimiento de que si los organismos oficiales apostaran adecuadamente por la pesca, al menos del mismo modo que lo hacen por la acuicultura, otro gallo nos cantaría a todos y especialmente a aquellos que temen -que tememos- que la pesca no tiene quien la defienda con convicción.
Nunca ha tenido España tanto peso institucional o, si se quiere, tanta representación en las organizaciones pesqueras internacionales como tiene en la actualidad. Estas mismas organizaciones optan claramente por situar en sus puestos directivos a empresarios pesqueros o a representantes de estos. Pero o bien esas organizaciones no tienen la suficiente capacidad de decisión o es que, como señalo, no existe verdadera convicción sobre el futuro de la pesca. Porque de no ser así, aunque las ayudas a la acuicultura pudieran producirse, no lo harían en la medida en la que, en los últimos tiempos, tanto el Gobierno español como las instituciones comunitarias, se manifiestan de forma tan absolutamente favorable a la potenciación del cultivo de peces.
Se dan pequeños pasos, como en el caso de la sardina ibérica, para proteger la especie. Y se sacan de la manga un plan de gestión para ella. Portugal y España lideran, ante la Comisión Europea, tal planteamiento. Y me parece normal que sea así, ya que son los países que más se benefician de la presencia de esta pesquería en sus aguas más próximas. Pero no se hace lo mismo con otras pesquerías asimismo interesantes para distintas flotas de las mismas naciones. Por ejemplo, destinando recursos económicos que permitan establecer paradas biológicas (subvencionadas) para recuperar los stocks y, una vez logrado el RMS (Rendimiento Máximo Sostenible) considerado adecuado, dejar sin efecto tales paradas biológicas y dedicarse responsablemente a su pesca.
Para ello es necesario disponer de fondos. Pero ni España ni Europa están en esta línea. Claramente apuntan a la acuicultura, como si esta fuese el futuro. Y el futuro, considero, está -además de pescar con la responsabilidad debida- en plantear esas paradas biológicas que permitan recuperar caladeros ahora mismo en fase de agotamiento.
¿Qué es lo que hace que la acuicultura disponga de recursos económicos para su implantación y la pesca pase como a un segundo o tercer plano cuando tantos miles de personas dependen de la pesca para vivir y trabajar? ¿Qué poder tienen las empresas acuícolas y por qué no disponen del mismo las empresas del sector pesquero?
Voy más allá: alguien debe explicar qué garantías aporta la acuicultura para que la pesca se abandone cuando esta tiene capacidad de regeneración suficiente para dar alimento a poblaciones enteras de Europa y el mundo. ¿Será, acaso, que la acuicultura va a generar menos costos en el futuro que la pesca y se apuesta claramente por el desguace de barcos y el agotamiento de los caladeros? ¿Se abre paso a la industria petrolera en el mar a costa del sector pesquero?
Alguien debería aclararlo.
Fuente: http://www.laopinioncoruna.es/mar/2017/11/27/galicia-espana-igual-europa-apuestan/1239658.html