“El que ignora la historia está condenado a repetirla”, A. Lincoln.
Si bien existen diversas definiciones de seguridad nacional, podemos resumirlas como la combinación de factores políticos, sociales, económicos y militares que inciden en generar estabilidad en un país para permitir su desarrollo. Dentro de los factores sociales y económicos de esta definición podemos incluir, en un lugar muy importante, la seguridad alimentaria, que se entiende como la capacidad de un Estado de proveer en todo momento los alimentos que requiere la población.
Siendo la acuicultura una poderosa herramienta para la producción de alimentos de alto valor nutricional para la población, podemos entonces inferir que todo lo que la amenace, afecta seriamente su capacidad de producir alimentos y por ende afecta a la seguridad alimentaria y esta, a su vez, a la seguridad nacional de un país.
Una de las grandes amenazas de la acuicultura son las enfermedades que ocasionan siniestros sanitarios con impactos económicos y sociales muy grandes. Si bien podemos mencionar ejemplos de grandes epizootias (equivalente a epidemias en los humanos) de alto impacto en diversas partes de mundo, como han sido los casos del salmón y el camarón, también han existido incontables casos con fuertes impactos locales, regionales y nacionales.
Hay dos elementos fundamentales que han propiciado la aparición de estos siniestros sanitarios. En primer lugar es el simple crecimiento de la actividad acuícola en muchas partes del mundo, lo que ha generado zonas de alta concentración de unidades de producción. Por su cercanía una de la otra y el gran número de organismos involucrados, terminan siendo detonadores de infecciones por patógenos acuícolas. En segundo lugar está la globalización del comercio mundial que ha ocasionado un gran flujo de organismos y productos acuícolas alrededor del planeta, facilitando la migración de enfermedades entre países.
Estas mortalidades ocasionan pérdidas económicas y de empleos que han afectado seriamente el nivel de vida de cientos de miles de productores acuícolas en todo el mundo. Sin embargo el mayor impacto es sobre el abasto de un alimento de alta calidad nutricional para la población en general. De acuerdo a datos de la FAO, más de 3 mil millones de personas en el mundo obtienen más del 20% de sus requerimientos de proteína animal de pescados y mariscos.
La responsabilidad de la sanidad acuícola es tanto de los propios productores como del gobierno de cada país. Los productores deben, entre otras cosas, adoptar y respetar el uso de protocolos de buenas prácticas de manejo y bioseguridad que garanticen, desde el debido monitoreo sanitario de los organismos que adquieran como semilla o reproductores, especialmente en casos de importaciones, hasta el manejo durante el ciclo productivo para garantizar que no se generen condiciones que puedan propiciar el brote de enfermedades y que eventualmente puedan trasmitirse a granjas vecinas convirtiéndose en epizootias regionales e incluso nacionales.
Considerando la naturaleza de esta columna, me permitiré comentar sobre aquellas áreas de responsabilidad donde los gobiernos nacionales, a través de las dependencias correspondientes, deben poner especial atención en temas de sanidad acuícola.
1. Marco Normativo.
El gobierno, a través de sus poderes Legislativo y Ejecutivo, debe de ser generador de las leyes, normas, lineamientos directivos, etc., que brinden un marco normativo de referencia claro, y adecuado a la actividad acuícola, que regule todos aquellos aspectos que influyen sobre la generación de condiciones propicias para la aparición de enfermedades o riesgos directos como es el caso de las importaciones.
En algunas ocasiones, existen estos lineamientos pero son de carácter de voluntario por parte de los productores. Esta situación debe de cambiar urgentemente, la aplicación del marco normativo debe ser obligatoria, y, en su caso, el gobierno debe generar los programas de apoyo necesarios para los pequeños productores rurales que no tengan la capacidad económica para adoptar las medidas requeridas por la normatividad. La normatividad no puede ni debe ser negociable ni sujeta a aspectos de carácter político.
2. Dependencias eficaces y eficientes.
Las dependencias que tengan a cargo la sanidad en cada país deben tener la capacidad de lograr el objetivo de mantener sana a la industria y ser eficientes en su operación y el uso de sus recursos. Se debe evitar la descoordinación de las áreas internas de la dependencia ya que esto ocasiona lentitud en los tiempos de reacción y, en muchos casos, confusión sobre quien está a cargo.
La naturaleza y la velocidad con que se desarrollan los problemas sanitarios no permiten que se tengan dependencias que no cuenten con protocolos de operación y programas enfocados en la prevención más que en la remediación. De igual manera debe contarse con protocolos de reacción muy bien definidos en caso de reportarse algún problema
3. Protocolos, programas de muestreo y capacidad de análisis.
El gobierno debe garantizar que exista un programa constante de monitoreo de la industria, siguiendo protocolos homologados, que permitan detectar la aparición de “focos rojos” para ser atendidos antes de que se conviertan en un problema. En México se cuenta con los Comités Estatales de Sanidad Acuícola los cuales cuentan con grandes áreas de oportunidad para poder lograr este objetivo.
Los laboratorios de análisis son parte fundamental para detectar oportunamente los problemas. Deben de contar no solo con el equipamiento y las técnicas de análisis necesarios sino una capacidad logística y de procesamiento de muestras que permita tener resultados rápidos. Muchas veces estos laboratorios proporcionan información que solo sirve para que el productor sepa que fue lo que causó la mortalidad de sus organismos. El objetivo debe ser poder detectar oportunamente el problema y prevenir la mortalidad.
4. Estrecha vinculación y comunicación con dependencias equivalentes alrededor del mundo.
La naturaleza global de las epizootias requiere que exista una estrecha vinculación y comunicación entre las dependencias responsables de la sanidad acuícola en los diversos países donde se desarrolla acuacultura. La información es vital para que un país pueda blindar oportunamente su territorio nacional de enfermedades que se reporten en otros países y el intercambio de experiencias e información técnica permitirá tener un mayor conocimiento de la naturaleza del problema que enfrentan.
Igualmente importante son los reportes provenientes de las autoridades correspondientes ubicadas en las aduanas y puertos de entrada de importaciones para prevenir que productos que sea rechazado por un país sean ingresados a otros que cuentan con menos capacidades de detección.
Para concluir debemos enfatizar nuevamente que la sanidad acuícola es responsabilidad de los productores y gobierno. El trabajo debe ser conjunto, en estrecha coordinación, colaboración y disciplina. Y así en conjunto, debemos evolucionar y pasar de una cultura meramente reactiva a una preventiva. Gran parte del éxito futuro de nuestra actividad va a depender de que podamos o no lograrlo.
*Roberto Arosemena es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Guaymas, y Maestro en Acuicultura por la Universidad de Auburn, Alabama, EE.UU. Cuenta con más de 30 años de experiencia en el sector acuícola de México e internacional.
Ha ocupado diversos cargos tanto en el sector privado como en el público. Entre ellos: Presidente fundador de Productores Acuícolas Integrados de Sinaloa A.C., Director General del Instituto Sinaloense de Acuacultura, Secretario Técnico de la Comisión de Pesca en la Legislatura LXII en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Actualmente es asesor de diversos legisladores en materia de pesca y acuicultura en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, así como de diversas empresas privadas; además es embajador en México del Capítulo Latinoamérica y el Caribe de la Sociedad Mundial de Acuicultura (WAS), Director General del Consejo Empresarial de Tilapia Mexicana A.C. y Director General de NDC Consulting Group.