El reconocimiento de los daños ocasionados a los ecosistemas terrestres y acuícolas por la supresión del flujo de agua durante tantos años, tendrán que ser reconocidos, así como su influencia en la extinción y baja sobrevivencia de muchas especies de crustáceos, peces y mamíferos marinos que habitan el Alto Golfo de California.
Hace más de cien años el delta Del Río Colorado era una basta área de 780,000 hectáreas de vegetación, albergando a más de 300 especies de aves y otros animales, que soportaban la forma de vida de las personas que ahí habitaban.
En los últimos 50 años, el Rio Colorado no ha fluido al Mar de Cortés por este delta y en su lugar ha dejado un desierto de arena al sur de la frontera con México.
La capacidad de la humanidad por cambiar las fuerzas de la naturaleza, implica una gran responsabilidad. Estos cambios puede propiciar severos daños a las personas, pero estas personas también pueden ayudar.
En el 2012 un histórico acuerdo entre el gobierno de México y el de los EE.UU. Acordaron que mayor volumen de agua fluyendo al delta del Rio Colorado era un prioridad importante.
En marzo del 2014, empezando en la Presa Morelos, situada en la frontera entre México y EE.UU., el agua Del Río Colorado fluyó nuevamente hacía su largo camino a su delta en el Golfo de California.
Ocho semanas después, el 15 de Mayo de 2014, el río llegó por primera en al mar en más de 50 años.
Mas allá de la celebración del renacimiento del río, y de continuar el flujo de agua hacía su delta, la comprensión de los beneficios propiciados al medio ambiente va a llevar tiempo, y el reconocimiento de los daños ocasionados a los ecosistemas terrestres y acuícolas por la supresión del flujo de agua durante tantos años, tendrán que ser reconocidos, así como su influencia en la extinción y baja sobrevivencia de muchas especies de crustáceos, peces y mamíferos marinos que habitan el Alto Golfo de California.
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