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Sostenibilidad: el reto de la acuicultura

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Los sistemas RAS que utilizen energías renovables se perfilan para asegurar la sostenibilidad ambiental y financiera de la acuicultura. No tanto por un aumento de la producción por unidad de área, sino por la disminución del desperdicio de recursos en el alimento no consumido en jaulas y estanques.

Por: Artemia Salinas

En un mundo que se hace cada día más pequeño, en donde ya se ve el límite de la explotación de muchos recursos naturales, que antes parecían infinitos, el reto de cualquier actividad económica es la posibilidad de mantenerse viable sostenible y financieramente en una escala de tiempo predecible.

En este sentido, el potencial perene que siempre hemos querido ver en la acuicultura, también dibuja sus límites en esa escala de tiempo, y aunque no haya explotado todo su crecimiento anhelado, su desarrollo podría quedar atrapado entre los desafíos del cambio climático, el aumento de los gases de efecto invernadero, la disponibilidad de agua, la viabilidad de la agricultura, y el desorden de la pesca.

La expansión acuícola no solo depende de la sostenibilidad ambiental y financiera de sus granjas y centros de producción, sino de la sostenibilidad de toda la cadena de insumos que hacen posible la producción de pescados y mariscos.

Y en este sentido, los alimentos acuícolas tienen el mayor reto.

“Es difícil imaginarse, en un mundo limitado por todos estos factores ambientales y económicos, la situación de alimentar camarones en un estanque, en donde sabemos con anticipación que un porcentaje de este alimento no va a ser ingerido por los camarones en cultivo”.

Es decir, utilizamos 10 granos o pellets de alimento, para que tal vez un camarón ingiera íntegramente uno o dos. ¿Y el resto de los pellets? el resto de los pellets, si bien puede pasar a formar parte del alimento de una cadena de zooplancton, que después es asimilado por el camarón o colonizarse de bacterias y convertirse en un flóculo rico en nutrientes para ser ingerido posteriormente por el camarón, lo que es en realidad un desperdicio.

En este alimento desperdiciado, o fertilizante y flóculo caro, van algunas toneladas de harina de pescado, harina de soya, de arroz, de aceite, de canola, y algunos kilogramos de otros insumos de alta tecnología y de alto valor, como: vitaminas, minerales, probióticos, y si queremos también péptidos, aminoácidos libres, ácidos orgánicos, aceites esenciales, etcétera.

Está claro que no deberíamos de desperdiciar ni un gramo de tan basta variedad de insumos, provenientes de un desarrollo tecnológico soportado por el uso de otros recursos más y además con una considerable inversión financiera.

“Lo que convierte a este alimento no consumido en un verdadero despilfarro y derroche de valiosos recursos agrícolas, ganaderos y pesqueros, entre otros”.

Este es el gran reto que todos tenemos, y que las empresas de alimentos acuícolas deben liderar. Ya no se trata de hacer alimentos extruidos que duren más tiempo en el agua sin lixiviarse, o con aditivos atrayentes para que sean consumidos en menos tiempo, o en alimentar a demanda con alimentadores automáticos.

Que, si bien todas estas tecnologías le han dado a la acuicultura un avance importante, aún no limitan el desperdicio de recursos en alimento no consumido, lo que, en un mundo convulsionado por la disponibilidad de recursos, no va a ser posible.

¿Cuál es el camino? la producción en sistemas RAS en donde se tenga el máximo control de todas las variables del cultivo, pero especialmente de la alimentación.

En donde cada pellet que se ponga en el agua se tenga la seguridad de que va a ser consumido por la especie en producción, limitando así, por un lado, la sobre formulación de aditivos para asegurar que van a llegar en cantidad y forma a los organismos en cultivo, y, por otro lado, la cantidad de alimento que se iba al desperdicio en los sistemas tradicionales.

Por último, para reflexionar. Si consideramos que el 10% del alimento que se dispersa por los estanques y piscinas de camarón en el mundo, no es consumido por los organismos en cultivo (lo cual es conservador), y que el FCA sea de 1.3 (** lo cual es conservador también) bien podíamos hablar de 650 mil toneladas anuales de alimento no consumido que es en realidad, un total desperdicio.

“Si multiplicamos estas 650 mil toneladas por US$850.00 por tonelada de alimento para camarón, tendíamos 552 millones de dólares anuales vertidos en los estanques de cultivo que el camarón no va a consumir, hasta que se conviertan en zooplancton o en flóculos de bacterias, en el mejor de los casos”.

Una alianza multinacional entre fabricantes de alimentos y productores acuícolas que constituya un Fondo de Inversión para el desarrollo factible de tecnologías RAS con energías renovables, podría ser mejor idea, que tirar 552 millones de dólares al desperdicio en los estanques de camarón y otras especies. **(Cifras basadas en los de producción en el 2020, según GOAL.)

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