La oficina regional de la Secretaría de Agricultura (Seagri) en Brasilia, encargada de la vigilancia en las explotaciones de acuicultura, informó de que el Distrito Federal (DF) cuenta actualmente con 788 granjas de animales acuáticos registradas en su sistema de defensa. Entre las especies cultivadas en la capital brasileña destaca la tilapia, con 540 explotaciones, lo que representa el 68.5% del total.
Vale resaltar que, de ese total de centros acuícolas en el DF, 663 son para consumo propio y 125 son comerciales. Por otra parte, la Seagri reveló que otras especies criadas por los acuicultores locales son tambaqui (también conocido como cachama o pacú negro), pintado (Pseudoplatystoma corruscans o surubí) y otros peces redondos, como el pacú (Myleus pacu), el tambacu (Piaractus brachypomus) y la pirapitinga (Piaractus brachypomus, pacú blanco o cachama roja), así como la matrinchã, carpa, piau, tucunaré, lambari, camarón de mar, camarón gigante y rana toro.
Entre otras muchas tareas, la Secretaría se ocupa de vigilar la situación de los criadores, para evitar la proliferación de enfermedades de notificación obligatoria, es decir, que puedan causar daños a la cadena de producción y a los seres humanos. Con ese fin, inspectores de la Seagri visitan periódicamente las granjas para inspeccionar la producción, actualizar los registros y controlar las variaciones sanitarias. De 2019 a 2021 se realizaron 84 visitas, 22 en 2019, 19 en 2020 y 43 en 2021. Entre enero de este año y el pasado lunes 6 de junio, hubo 24.
“Nos fijamos en la salud de los animales para garantizar un estado sanitario adecuado. Si se encuentra alguna sospecha de enfermedad o problema de gestión, tomamos los procedimientos necesarios dentro de la propia propiedad. El objetivo es mantener la calidad de los animales, porque en el futuro serán consumidos por alguien”, explicó el coordinador de Sanidad Animal Acuática de Seagri, Ricardo Raposo.
El procedimiento en caso de sospecha
Para complementar sus funciones, la Seagri ha establecido un proceso por el que, en caso de sospecha de variación sanitaria o motivada en sus inspecciones rutinarias, se obtienen muestras de cerebro, riñón, bazo e hígado de los animales muertos recogidos en los tanques para comprobar la presencia de virus y bacterias mediante análisis de laboratorio. Otros índices que se tienen en cuenta son las manchas en el cuerpo, ojos saltones, oscurecimiento de la piel y natación errática, entre otros signos clínicos de enfermedad.
En los peces se controlan estrictamente las enfermedades víricas del virus del lago de la tilapia (TiLV) y la necrosis renal y esplénica infecciosa (ISKNV), y las bacterianas estreptococosis y franciselosis, ahondaron desde la Seagri. Todas ellas provocan una elevada mortalidad y complicaciones físicas y neuronales en los organismos, como manchas y letargo. En los camarones, la enfermedad de las manchas blancas y la mionecrosis infecciosa están controladas. Y en las ranas, la ranavirosis y la quitridiomicosis.
Según Raposo, las manifestaciones de las enfermedades son escasas debido a la participación activa de la Seagri en las explotaciones y por el modelo de cultivo del DF brasileño, que dificulta la aparición de patógenos. “Es una asociación entre el gobierno y los productores. Muchas veces, cuando se detecta una enfermedad en una fase temprana, podemos evitar que se propague, reduciendo la pérdida de animales y evitando que pase a los vecinos o que contamine ríos y arroyos”, detalla.
Otras tareas de los inspectores en sus visitas es la de analizar las condiciones del agua de las granjas, que debe tener los niveles adecuados de oxígeno y amoníaco, y verificar si están presentes los elementos requeridos por la inspección en la propiedad, como por ejemplo los contenedores de compost, que se utilizan para la descomposición de animales muertos y la producción de abono.
Según Anastácio Gomes, un trabajador de una producción de tilapia en Planaltina, el apoyo del Gobierno del Distrito Federal (GDF) ha sido de relevancia, ya que “se anticipa a nuestra parte. Con el pescado en mal estado, no hay manera de venderlo”.