Por: Biol. Manuel Sarmiento
La forma como producimos y consumimos nos puso, en gran medida, en el atolladero ambiental en el cual estamos, pero así mismo, el consumo responsable de productos sustentables locales es un gran aliado para salir del problema, sin embargo la decisión, al final de cuentas, es individual.
Por más variable que sea cada periodo de la historia, con sus conflictos, avances, dogmas, batallas y héroes (y otros no tanto), siempre había un factor constante que parecía inmutable: el clima.
Se sabía muy bien que el invierno era frío (algunos más, otros menos), en lluvias llovía y en secas pues no; con base en esa “seguridad” construimos los medios productivos en los cuales se basa el desarrollo de nuestra sociedad. Sin embargo, esa estabilidad la estamos alterando mucho y muy rápido.
“El cambio climático es el mayor reto que afronta la humanidad para su supervivencia.”
Todos los sistemas de producción están supeditados a ello (algunos más que otros), pero, la producción de comida, esa base que muchas veces se nos olvida lo fundamental que es, es particularmente vulnerable por trabajar de manera directa con la naturaleza y, por tanto, está más en riesgo: sin comida todo lo demás se vuelve secundario.
Cada reto siempre trae consigo oportunidades para hacer mejor las cosas, y es ahí donde la palabra sustentabilidad cobra sentido. Basada en sus tres pilares (social, ambiental y económico), la sustentabilidad deja de ser una moda y pasa a ser una obligación, casi desesperada, para asegurar nuestra propia sobrevivencia como especie “civilizada”.
¿Suena exagerado? Quizá sí… ¿Novedoso? No mucho, en realidad.
“Ya hace más de 100 años, un artículo en Mecánica Popular advertía de la responsabilidad de la quema de combustibles fósiles en el incremento de temperatura del planeta por el efecto invernadero (y sus consecuencias).”
Solo nos esperamos 100 años en alarmarnos y tomar acción, quizá solo reaccionamos hasta que las consecuencias fueron evidentes (y, lamentablemente, cerca de que sean irreversibles).
Nadie quiere sacrificar sus comodidades o renunciar a alcanzarlas, para tratar de reducir las emisiones de carbono, pero en la creatividad humana hay caminos para que, quizá, no se tenga que hacer.
“Cada uno de nosotros somos responsables de emitir CO² a la atmósfera con el simple hecho de comprar cualquier producto y… ¡Ahí está la clave!, justamente en no comprar cualquier producto.”
Como consumidores tenemos el poder y la responsabilidad de decidir qué producción estimular a través de nuestras compras y, si estas son de productos sustentables demostrables, nos convertiremos automáticamente en parte de la solución, beneficiándonos nosotros y al ambiente.
Hay muchos ejemplos de productos de acuicultura sustentables (tilapia, trucha, bagre, rana, mejillones, ostiones, etc.), solo que no debemos dejarnos llevar por las apariencias, ya que quizá la forma de producir puede ser muy amigable con el ambiente, pero si para que el producto esté en los anaqueles de la tienda cercana se necesitan miles de kilómetros de traslado y semanas de congelación, un excelente producto sustentable pierde todo lo ambientalmente responsable de su producción: Ahí está la segunda clave, mucho mejor sustentable y local, o al menos regional.
“Pero, ¿cómo sé yo, consumidor no especialista y sin tiempo para averiguar, cuál producto cumple con el dueto limpio y local?”
Afortunadamente existen campañas promocionales que nos los dan a conocer, como “Pesca con Futuro” y “Acuacultura Presente”, que promueven el consumo responsable de productos de pesca y acuicultura mediante la difusión del conocimiento de qué especies son realmente sustentables y nacionales, promoviendo su consumo y, a su vez, estimula su producción entrando en un círculo virtuoso.
Tener actitudes de compra responsables como investigar la forma de producción, preferir productos locales y evitar sobre empacado (que se convierte en un desperdicio de recursos por 5 segundos de uso), hoy en día son tendencias entre las generaciones más jóvenes (15-25 años de edad, generación Y), inclusive, están dispuestas a pagar un poco más si la sustentabilidad que ostentan es demostrable.
La forma como producimos y consumimos nos puso, en gran medida, en el atolladero ambiental en el cual estamos, pero así mismo, el consumo responsable de productos sustentables locales (y el estímulo que eso conlleva en mejorar ambientalmente nuestros sistemas de producción), es un gran aliado para salir del problema, pero, como siempre, la decisión al final de cuentas es individual.
Más información en: ipescado.com
