Por: Roberto Arosemena*
Recientemente se ha observado un marcado incremento en el capital de riesgo privado que apoya a emprendedores y empresas acuícolas en crecimiento.
Por capital privado nos referimos a recursos económicos que tienen su origen en empresarios y empresas privadas y son invertidos en proyectos y empresas privadas a través de diversos esquemas de organizaciones financieras, entre los cuales los Fondos de Inversión son los más conocidos.
Si bien cada inversionista, empresa financiera y Fondo tiene sus estrategias, criterios y áreas de inversión en particular, en términos generales estos se clasifican de acuerdo con el nivel de desarrollo de las empresas en la que invierten. Por un lado, está el capital privado para desarrollo (Equity Capital) y, por otro, el capital de riesgo (Venture Capital).
El primero se enfoca tradicionalmente a empresas en operación con capacidad de producción y mercado ya probadas y requieren capital para crecimiento, fortalecimiento productivo y tecnológico, restructuraciones financieras, etc.
“El capital de riesgo está, como su nombre lo indica, dirigido a empresas nuevas o que apenas están validando su modelo de negocio, o empiezan a producir y vender, esto es, con un nivel de riesgo mayor a una empresa consolidada.”
Los criterios fundamentales (de muchos existentes) para decidir una inversión de capital de riesgo es el potencial de rentabilidad y crecimiento de las nuevas o medianas empresas y, por supuesto, el nivel de riesgo existente en caso de no cumplirse la primera premisa.
La inversión privada en acuicultura ha estado presente por varios años; sin embargo, había sido básicamente al nivel de equity, esto es capital de desarrollo, dirigido a empresas ya consolidadas como las grandes salmoneras, camaroneras, RAS, etc.
Lo interesante es que a partir del año 2020 observamos un crecimiento importante del volumen de capital de riesgo invertido en nuestro sector acuícola, no solo en producción sino en varios eslabones de la cadena de valor.
En la Figura 1, adaptada de información generada por el Consorcio de Inversionistas de los Océanos, Alimentos Marinos y Acuicultura (OSAIC, por sus siglas en inglés), podemos ver claramente en 2021 y lo que va del presente año, la aparición de fondos de capital de riesgo invirtiendo cantidades importantes de recursos en el sector acuícola.
Como se puede observar, la mayoría de los Fondos se encuentran aún abiertos, en otras palabras, continúan invirtiendo. La Figura 2 nos permite tener una idea de los eslabones de la cadena de valor acuícola a los cuales se están dirigiendo los recursos de capital de riesgo, mostrando el destino de las inversiones realizadas por los “Fondos y Oficinas Familiares” que participan en el OSAIC.
En esta se evidencia que el desarrollo de alimentos alternativos para acuicultura es uno de los favoritos, donde se percibe un gran potencial de crecimiento debido a la presión existente para eliminar la harina de pescado de las formulaciones de balanceados acuícolas por motivos de sustentabilidad.
El segundo eslabón de interés ha sido la producción de peces y mariscos y, en tercer lugar, la producción de macroalgas. En términos de especies, los inversionistas manifiestan un gran interés en el cultivo de camarón, debido a que perciben un gran potencial de crecimiento del mercado, el incremento en la sustentabilidad de la actividad, la creciente adopción de tecnología, etc.
“Para la sorpresa de muchos, el cultivo de macroalgas acapara la atención de los inversionistas de capital de riesgo, principalmente por las oportunidades de mercado que representan el desarrollo actual de una amplia variedad de productos derivados, que van desde bioplásticos, biocombustibles, productos para las industrias farmacéutica, alimenticia y cosmética, etc.”
De igual manera, la capacidad de las macroalgas de absorber grandes cantidades de CO2, contribuyendo a la mitigación del cambio climático, convierte a este sector en un candidato potencial para ingresar en los mercados mundiales de créditos de carbono.
Un aspecto de suma importancia que se considera ha frenado la inversión en acuicultura, es la percepción del sector financiero de que es una actividad no sustentable. Algunos expertos indican que el incremento en el flujo de recursos se debe precisamente a que tal impresión empieza a cambiar en virtud de los avances alcanzados en este sentido, sin dejar de reconocer los grandes retos por abordar.
Este es el motivo por el cual el desarrollo de alimentos alternativos para la acuicultura en sustitución de la harina de pescado es uno de los sectores preferidos por los inversionistas (Figura 2). De igual manera, las aportaciones ambientales proporcionadas por el cultivo de macroalgas al ecosistema es una de las razones de su popularidad.
“La sustentabilidad es, y seguirá siendo, un aspecto de suma importancia que debemos cuidar para favorecer el flujo de capitales a la actividad.”
Para muchos empresarios con deseos de empezar nuevos proyectos acuícolas, o hacer crecer y reforzar las capacidades de producción y mercadeo de sus operaciones actuales, el acceso al capital de riesgo privado podría parecer una posibilidad lejana, con un proceso complicado y hasta amenazador.
Al respecto podemos mencionar que, para los proyectos adecuados, la opción es real. Sin embargo, también debemos señalar que las inversiones de capital privado son altamente competidas, por lo cual los proyectos deben ser planteados meticulosamente de acuerdo con los criterios empleados por los inversionistas para su selección.
Por ello, es muy recomendable contar con asesoría profesional técnica y financiera con el fin de hacer un planteamiento viable para los inversionistas.
“En el documento “Hacia una Revolución Azul”, elaborado por The Nature Conservancy y el fondo Encourage Capital, se estima que para el año 2030 se requerirá invertir en el mundo entre US$ 150,000 millones y US$ 300,000 millones en infraestructura de producción acuícola para poder satisfacer la demanda proyectada… ¡Solamente en el eslabón de producción!”
Si bien es solo el primer paso, es importante que los inversionistas de capital privado y, más importante aún, los de capital de riesgo, empiecen a ver y valorar el potencial de negocios de la acuicultura mundial. Tenemos que aprender a desarrollar proyectos enfocados en los criterios de selección de estos inversionistas, a valorar la importancia y la trascendencia de incorporar a nuestras empresas socios capaces de contrarrestar nuestras debilidades y limitaciones.
La “Revolución Azul” solo será una realidad si logramos atraer y canalizar a nuestro sector los recursos que necesitamos… ¡Todos a trabajar!
Roberto Arosemena es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Guaymas, y obtuvo su Maestría en Acuacultura por la Universidad de Auburn, Alabama en Estados Unidos.
Cuenta con más de 35 años de experiencia en el sector acuícola nacional e internacional.
Ha ocupado diferentes cargos tanto en el sector tanto privado como gubernamental entre los que destacan haber sido.
Presidente fundador de Productores Acuícolas Integrados de Sinaloa A.C., empresa integradora constituida por 32 granjas camaroneras.
Fue Director General fundador del Instituto Sinaloense de Acuacultura por más de 9 años.
Se desempeñó como Secretario Técnico de la Comisión de Pesca en la Legislatura LXII en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Asimismo, ocupó el cargo de Director Ejecutivo del Consejo Empresarial de Tilapia Mexicana A.C..
Actualmente se desempeña como Director General de NDC Consulting Group y como Socio Fundador y Director Ejecutivo del Centro Internacional de Estudios Estratégicos para la Acuicultura (Panamá).