Por: Dr. David Celdrán Sabater*
La importancia de aportar los requerimientos de ácidos grasos esenciales a cada especie cultivada, no es solo con la finalidad de optimizar la producción y el rendimiento del cultivo, sino también la de generar un producto con altos niveles de ácidos grasos esenciales que beneficie la salud del hombre.
El aceite y la harina de pescado para la elaboración del alimento acuícola se obtiene principalmente de pequeños peces que habitan la zona pelágica del océano, tales como anchoas, sardinas, caballas y arenques (Escalante, 2010).
Sin embargo, estas especies son un recurso limitado y la mayoría de ellas están siendo sobreexplotadas o se encuentran en su límite máximo de seguridad biológica. Se reporta que en promedio se necesita procesar 1 tonelada métrica de peces pelágicos para producir solo 225 kg de harina de pescado y 50 kg de aceite de pescado (Hamilton et al., 2020; Kok et al., 2020).
“En los últimos años, los costos de la elaboración de la harina y el aceite de pescado se han venido incrementando debido a la sobreexplotación y a la menor existencia de estas especies.”
Tanto así, que el costo de producción de la compra del alimento balanceado está representando 60%, 70% e incluso un poco más del costo total de la producción, afectando significativamente a los acuicultores, en especial, los pequeños y medianos productores.
¿Qué son los ácidos grasos esenciales y por qué son tan importantes?
Los aceites de pescado contienen diferentes ácidos grasos, en términos de familia omega 3, 6 y/o 9, de los cuales el número y la posición de sus dobles enlaces es la característica química que determina las propiedades físicas y funcionales de cada ácido graso (Rustan & Drevon, 2005).
“Los omega 9 son ácidos grasos monoinsaturados, porque tienen un solo doble enlace, siendo el más común el ácido oleico. A los ácidos grasos 3 y 6 se les llama ácidos grasos poliinsaturados (AGPI), ya que se componen de cadenas largas de carbono con más de un doble enlace (entre 4 y 6 dobles enlaces).”
Si el primer doble enlace se encuentra entre el tercer y cuarto átomo de carbono se llaman ácidos grasos n-3; y si el primer doble enlace está entre el sexto y séptimo átomo de carbono, se denominan ácidos grasos n-6 (Rustan & Drevon, 2005).
En la acuicultura, la importancia de aportar los requerimientos de ácidos grasos esenciales a cada especie cultivada, no es solo con la finalidad de optimizar la producción y el rendimiento del cultivo, garantizando la buena salud de la especie (Tasbozan & Gokce. 2017), sino también la de generar un producto con altos niveles de ácidos grasos esenciales que beneficie la salud del hombre.
Existen numerosas investigaciones que reportan que el consumo directo de ácidos grasos n-3, especialmente el ácido docosahexaenoico (DHA), apoya en la protección contra enfermedades cardíacas fetales, la regulación de la presión arterial, la prevención de diabetes y algunos tipos de cáncer, y tienen efectos antiinflamatorios (Lunn & Theobald, 2006).
Además, señalan que existe una proporción ideal de ácidos grasos n-6/n-3 en la nutrición humana, la cual contribuye a la prevención de enfermedades. Esta proporción aún sigue siendo tema de debate e investigación, pero algunos recomiendan proporciones que varían entre 1:7, 1:10 y 1:20 de n-3:n6 (Lunn & Theobald, 2006).
“En los organismos acuícolas el grado de esencialidad es diferente, el cual se define según la capacidad de la especie para convertir un ácido graso n-3 o n-6 en otro, es decir, que por medio de algunos precursores tengan la capacidad de sintetizar algún ácido graso esencial (Rustan & Drevon, 2005). “
Dentro de la vía de biosíntesis de los AGPI (Figura 1), los omega 6 se originan a partir del ácido linoleico (ALA), de los cuales este es precursor para la formación de otro ácido: ácido araquidónico (ARA). Mientras que, los omega 3 son de cadena más larga, que se originan a partir del ácido linolénico (LNA), los cuales son precursores para la síntesis del ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA).
Necesidades de ácidos grasos esenciales según tipo de organismo
En acuicultura, los peces dulceacuícolas tienen una cierta capacidad de sintetizar el ARA, EPA y DHA entre la acción enzimática que interviene en la elongación (adición de átomos de carbono) y en la desaturación (extracción de hidrógeno) de la cadena de ácido graso cuando hay suficientes cantidades de precursores de LNA y ALA (Tocher, 2015).
En otras palabras, estas especies pueden sintetizar ARA, EPA y DHA a través de los ácidos grasos linolénico y linoleico, los cuales se pueden conseguir más fácilmente en diferentes aceites de origen vegetal, tales como: aceite de soja, canola, chía, semilla de lino, sacha inchi, entre otros (Escalante, 2010; Costa e Silva et al., 2013; Pozo & Durán, 2015).
“En peces marinos esta capacidad es baja, o se cree nula, entre otros aspectos porque los ácidos grasos esenciales los encuentran en el alimento de manera abundante. Las microalgas y plancton marino, principales fuentes de alimento dentro de la cadena trófica del océano, sintetizan directamente los EPA y DHA y, por ende, no requieren generarlo (Tocher, 2015).”
A diferencia de las microalgas marinas, las de agua dulce contienen niveles más altos de los precursores ALA y LA (ácido graso Linoleico), que EPA y DHA, e incluso se reporta que contiene niveles más altos del precursor LA que origina los ácidos grasos omega 6 (Castro et al, 2012).
Se considera que esta diferencia, quizás es la que ha obligado a las especies dulceacuícolas a generar ciertas estrategias adaptativas para producir sus propios ácidos grasos esenciales, a partir de dichos precursores (Tocher, 2015).
Alternativas de fuentes de ácidos grasos en acuicultura
La principal fuente de reemplazo del aceite de pescado son los aceites vegetales, los cuales sin duda garantizan el aporte de ALA y LA durante la nutrición de los organismos. Sin embargo, hoy en día la tecnología acuícola va más allá, apostando a fuentes que aporten directamente el DHA y DPA para satisfacer la demanda requerida por la especie y, a su vez, enriquecerla de estos ácidos para beneficio de la salud humana.
“Las fuentes de ácidos grasos de origen marino incluyen el uso de microalgas fotosintéticas. Actualmente, en muchos criaderos o granjas se viene aplicando o cultivando diatomeas para suministrar EPA y flagelados para suministrar DHA a alimentos vivos, rotíferos y nauplios de Artemia para así alimentar los primeros estadios del desarrollo de la especie (Muller- Feuga, 2004).”
Sin embargo, ninguna de estas tecnologías ha superado el umbral de viabilidad económica. Por el contrario, la tecnología simbiótica BAF (www bioaquafloc.com) se ha especializado en generar cantidades de zooplancton en el agua y fondo como para alcanzar concentraciones de EPA y DHA tan altas que cubran por completo las necesidades fisiológicas de los organismos.
Al asegurar una fuente constante de estos AGPI, puede usarse alimentos predigeridos en base de soya, libres de harina o aceite de pescado, en ocasiones, con sustituciones del 90-100% de alimento balanceado por predigerido.
Este artículo ha sido elaborado con la colaboración de la Biol. Edna Riaño.
*Referencias citadas por el autor disponibles bajo previa solicitud a nuestro equipo editorial. Doctor en Ecología Marina, Máster en acuicultura y Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Murcia. Colaborador de investigación en laboratorios en Francia, Corea del Sur, Australia y México. Fue investigador nacional SNI1 en México. Consultor de Conservation International Foundation en Costa Rica y Asesor internacional de empresas productivas en tecnologías acuícolas simbióticas. Revisor de la Revista Ingeniantes CITT. Tutor académico de tesis de doctorado en tecnologías simbióticas. Fundador y gerente de la web de acuicultura simbiótica www.bioaquafloc.com