Por: Stephen Newman*
La Oficina Internacional de Epizootias se fundó hace casi 100 años. Su misión declarada es garantizar la divulgación transparente de los problemas de sanidad animal con el objetivo de asegurar una sanidad animal óptima en gran medida a través de la educación. La pregunta es: ¿están cumpliendo su mandato de ayudar a la acuicultura a ser sostenible?
La Oficina Internacional de Epizootias, conocida por las siglas OIE, se fundó hace casi 100 años. En mayo de 2003 amplió su ámbito de actuación y cambió su nombre por el de Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH, por sus siglas en inglés).
Su misión declarada es garantizar la divulgación transparente de los problemas de sanidad animal con el objetivo de asegurar una sanidad animal óptima, en gran medida a través de la educación. El resultado final que cabría esperar es una industria sostenible, con controles eficaces para minimizar el impacto de las enfermedades en la acuicultura.
Aunque la acuicultura se practica desde hace mucho tiempo, su crecimiento exponencial es relativamente reciente. Hoy en día se cultivan cientos de especies de peces y una docena de especies de crustáceos, y muchas más se encuentran en distintas fases de I+D.

Solo hasta hace poco el tonelaje de la biomasa producida por la acuicultura ha superado al de la pesca silvestre. Varias especies de peces, como la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), el salmón del Atlántico (Salmo salar), la tilapia (Oreochromis species), el bagre de canal (Ictalurus punctatus) y el camarón, incluidos el tigre (Penaeus monodon) y el camarón blanco del Pacífico (P. vannamei), se producen a niveles que empequeñecen lo que se obtiene de la pesca comercial, sin que haya indicios de una ralentización de la producción.
“Las enfermedades tienen un gran impacto en la sostenibilidad de estos paradigmas de producción y el mandato de la OIE pretende ayudar a mitigarlo impidiendo el movimiento de patógenos de las zonas infectadas a las limpias.”
Muchos países acuden a la OIE en busca de orientación y directrices sobre cómo abordar la presencia de patógenos específicos que la OIE ha determinado requieren una supervisión reglamentaria. Por desgracia, el proceso a través del cual se añaden nuevos patógenos es lento, demasiado lento para que sea un sistema eficaz.
Para cuando se adoptan e implantan los controles cuando es factible, la producción suele verse gravemente afectada. Además, debido al rápido crecimiento, muchos aspectos de la acuicultura están en constante cambio. La mayor parte de la cría de camarones tiene lugar en países subdesarrollados.
Si bien la supervisión puede estar presente en cierta medida, rara vez está a la altura de la tarea de mantener los patógenos fuera de los sistemas de producción existentes y garantizar que no se conviertan en fuente de nuevas infecciones.
“Lo que parecería un enfoque legítimo para generar marcadores para pruebas específicas de patógenos puede ser obsoleto y, de hecho, perjudicial en algunos casos. Un ejemplo de ello es la presencia de elementos virales endógenos (EVE).”
Se trata de secuencias de ácido nucleico que se incorporan al ADN del huésped. Cuando la población se reproduce, estas secuencias se transmiten. Se cree que este es un paso importante en la aparición de la tolerancia/ resistencia antiviral en los crustáceos.
Si la secuencia de nucleótidos de un marcador se solapa o es una secuencia EVE y este es el marcador estandarizado utilizado para detectar un virus determinado, entonces la presencia del fragmento viral en el ADN del hospedador se interpretaría como la presencia del virus patógeno activo.
Esto significa que cuando las poblaciones están siendo examinadas para detectar la presencia de los patógenos virales específicos que la OIE ha considerado como patógenos, pueden ser reportados como portadores cuando no lo son.
El parvovirus (entre otros), el virus de la necrosis hipodérmica y hematopoyética infecciosa (IHHNV, por sus siglas en inglés), responsable del síndrome del enanismo y rostro deformado (SDR, por sus siglas en inglés), es uno de los virus que se han caracterizado por producir estas secuencias.
“Los crustáceos, a través de la acomodación, desarrollan una actividad antiviral mediada por ARNi. Este parece ser el caso de muchos de los virus del camarón y, en realidad, podría serlo de cualquier virus presente en las poblaciones, sea patógeno o no.”
Esto sugiere que es fundamental asegurarse de que las secuencias de marcadores utilizadas para detectar virus en camarones se evalúen de forma crítica con regularidad, para garantizar que realmente están detectando virus virulentos y no artificios de EVE.
Periódicamente se descubren nuevos virus. El análisis del ADN de los crustáceos ha revelado un gran número de posibles secuencias virales. Es probable que existan muchos virus aún no caracterizados, algunos de los cuales podrían causar problemas en los camarones de piscifactoría.
Dado el estado actual de las cosas, es imposible garantizar que cuando surjan problemas, aunque se notifique inmediatamente a la OIE, esta pueda reaccionar con la rapidez suficiente para evitar que los nuevos brotes de enfermedades víricas se conviertan en otro virus del síndrome de las manchas blancas (WSSV, por sus siglas en inglés), microsporidiosis hepatopancreática por Enterocytozoon hepatopenaei (EHP) o síndrome de mortalidad temprana (EMS).
“Muchos (la mayoría, si no todos) de los países miembros de la OIE no notifican sistemáticamente los patógenos de declaración obligatoria, a pesar de estar obligados éticamente a hacerlo. No van a notificar nuevos patógenos si se resisten a notificar los patógenos existentes.”
Esto les permite evitar las repercusiones que deberían afrontar ante tal situación. Estas pueden ser menores o graves, en el sentido de que incluso el producto congelado puede ser rechazado por ser portador de patógenos de la lista de la OIE. Esta actitud garantiza que muchos seguirán propagando un patógeno de importancia porque no lo buscan.
En cualquier caso, no hay consecuencias, salvo para los pobres criadores de camarones. Todas las empresas que producen reproductores para la exportación están obligadas a someter a sus poblaciones a pruebas de detección de una lista de patógenos conocidos para poder exportar/importar legalmente los organismos.
El Código Sanitario para los Animales Acuáticos de la OIE, es un documento muy importante para comprender las responsabilidades relativas de la OIE y de cada país en materia de sanidad de los organismos acuáticos (https://www.woah.org/en/what-we-do/standards/codes-and-manuals/aquatic-code-online-access/).
Al momento de redactar este documento, la lista para el camarón (Tabla 1) incluye los siguientes patógenos:

Hay otros patógenos que no están en la lista y muchos trabajadores del sector han señalado que esto, junto con la relativa lentitud con la cual se añaden nuevos patógenos, socava la credibilidad de la OIE en cuanto al cumplimiento de sus objetivos declarados.
Hoy en día, hay más de una docena de empresas que compiten por el negocio mundial de los reproductores. Aunque algunos países reconocen que lo mejor y más seguro es limitar estas importaciones y centrarse en la producción local, la mayoría sigue importando organismos controlados, a menudo con algún tipo de cuarentena limitada.
Así se aseguran −de momento− el acceso a los mejores reproductores, es decir, las variedades domesticadas, que crecen más rápido, se hacen más grandes, se adaptan mejor, toleran el estrés, etc. La cuarentena de corta duración y los análisis aleatorios de un pequeño porcentaje de la población para detectar patógenos de la OIE, abren la puerta a la entrada de otros patógenos.
“El mayor grado de protección ofrecido a los acuicultores implica el uso de reproductores que hayan sido producidos de acuerdo con las directrices de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés).”
Deben tener un historial de rendimiento bien establecido, junto con la repetición de pruebas exhaustivas contra todos los patógenos para los que existen marcadores, independientemente del estatus de la OIE, junto con histopatología en profundidad de los órganos objetivo con la revisión de las muestras por parte de un profesional.
El análisis de organismos sobre una base poblacional es inadecuado por sí mismo para considerar que son libres de patógenos específicos (SPF, por sus siglas en inglés).
Se trata de un enfoque estadístico que, si bien puede ofrecer un alto grado de confianza estadística de que un patógeno determinado no está presente, simplemente no es adecuado cuando se trata de millones y cientos de millones de organismos.
Con un intervalo de confianza del 95%, 50,000 de cada millón de postlarvas (PL) pueden ser portadores de un patógeno. El análisis individual solía ser prohibitivo, pero con la llegada de las nuevas tecnologías es posible analizar a cada organismo, lo que reduce de manera significativa este riesgo (https://www.genics.com.au/).
“Este proceso debe incluir una cuarentena de varias generaciones y un examen histopatológico exhaustivo, de los organismos, para detectar signos reveladores de la presencia de patógenos no caracterizados. Utilizar el término SPF para los que carecen de ello no siempre puede proporcionar el grado de protección necesario para garantizar la sostenibilidad.”
Garantiza la persistencia de los problemas. Esto se hace aún más difícil por el hecho de que algunas de las empresas que producen lo que afirman son organismos SPF, también afirman que se debe a que son resistentes a la infección con los patógenos específicos que están examinando.
Afirman que la razón por la cual la población es SPF es porque son resistentes al patógeno en cuestión. Aunque es posible que los organismos SPF sean “resistentes”, esta no es la razón por la que son SPF. Determinar si son resistentes o tolerantes requiere la capacidad de desafiar a los organismos sanos y a los controles apropiados con los patógenos de interés, a través de la vía de infección establecida en condiciones controladas.
Los organismos verdaderamente resistentes, que son una rareza si es que se dan, no pueden infectarse por ninguna vía, independientemente de lo estresados que estén. Los organismos tolerantes pueden infectarse, aunque tienen la capacidad de tolerar niveles más altos de exposición antes de desarrollar la enfermedad aguda. La tolerancia parece ser común. La resistencia parece ser rara.
“La SPF no es una fotografía de la población. Es el resultado de un proceso de muchos ciclos que asegura que los patógenos de interés no estén presentes. Al momento de romperse este ciclo, los organismos no pueden considerarse libres de gérmenes patógenos específicos.”
La realidad es que cuando alguien compra organismos libres de gérmenes patógenos específicos y los mantiene en un entorno donde no existen barreras o estas son inadecuadas para garantizar que los agentes patógenos de interés no están presentes y no pueden infectar a los organismos, no se puede considerar que sean libres de gérmenes patógenos específicos.
Para que la OIE sea realmente eficaz en la prevención de la propagación de los agentes patógenos existentes y recién caracterizados, así como de los que aún están por caracterizar, su enfoque debe cambiar. Los manuales deben actualizarse con frecuencia en respuesta a la presencia de nuevos agentes patógenos.
No revelar la presencia de patógenos de interés en un país debería tener repercusiones. No las hay y muchos países no informan de que tienen WSSV, EHP, EMS, etc.
Es necesario notificar las nuevas enfermedades tan pronto como se descubran y tomar medidas para incluir los patógenos en la lista de la OIE lo antes posible. Las responsabilidades de los miembros están claramente descritas en el manual actual, capítulo 1.1 (https://www.woah.org/en/what-we-do/standards/codes-and-manuals/aquatic-code-online-access/?id=169&L=1&htmfile=chapitre_notification.htm).
El hecho de que no haya repercusiones por no notificar la presencia de enfermedades de declaración obligatoria garantiza, en mi opinión, que la cría sostenible de camarones seguirá siendo difícil de alcanzar en un futuro previsible.
“A medida que aumenta el número de investigadores que se centran en patógenos específicos, es esencial actualizar la lista. Algunos virus, sobre todo los de ARN, son mucho menos estables que los de ADN y presentan tasas de mutación muy elevadas.”
Evolucionan rápidamente. Es fundamental que se tengan en cuenta las herramientas y la ciencia más avanzadas a la hora de determinar qué patógenos deben figurar en la lista, si deben permanecer en ella y qué puede hacerse para erradicarlos o, como mínimo, mitigar sus efectos en la mayor medida posible.
Organizaciones como la OIE son importantes para una acuicultura sostenible. Sin embargo, tienen que reconocer que están limitadas y que sin la capacidad de asegurar que los patógenos endémicos sean notificados y que las consecuencias por no notificar sean proporcionales a la falta, es poco probable que puedan cumplir este papel de la manera como lo requiere la industria, si alguna vez va a reducir el impacto de las enfermedades en la acuicultura.

Stephen Newman es doctor en Microbiología Marina con más de 30 años de experiencia.
Es experto en calidad del agua, salud animal, bioseguridad y sostenibilidad con especial enfoque en camarón, salmónidos y otras especies.
Actualmente es CEO de Aqua In Tech y consultor para Gerson Lehrman Group, Zintro y Coleman Research Group.
Contacto: sgnewm@aqua-in-tech.com
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