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Consumo de productos pesqueros y acuícolas en América Latina y el Caribe: realidades y desafíos

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La problemática a enfrentar, para aumentar de manera sostenible el consumo de productos pesqueros y acuícolas en buena parte de América Latina y el Caribe es multifactorial, asunto que amerita una atención permanente, dedicada y holística de autoridades, productores y de la sociedad.

El desembarque pesquero mundial ha alcanzado cifras récords en años recientes, llegando en 2019 a 178 millones de toneladas, de las cuales 88 millones corresponden a cultivos. El valor de primera venta de estos volúmenes alcanza los US$ 406,000 millones, correspondiendo US$ 265,000 millones a la acuicultura.

A escala mundial, se estima que un 89% del total de ese desembarque pesquero se destina a consumo humano directo, del cual más de un 44% se comercializa en estado “fresco” y casi un 35% como productos congelados. El porcentaje comercializado en fresco, ha venido en aumento a lo largo de la década 2010-2019, mientras la proporción vendida congelada ha disminuido levemente en el mismo período.

Al resto del desembarque se le da otros usos, principalmente en la producción de harinas y aceites, la cual se ha mantenido bastante estable en la década pasada, significando no más de un 12.4% de los totales desde 2012.

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En este aspecto destaca que, los países de mayor desarrollo económico, comercializan solo entre un 5% y 6% de lo destinado a consumo humano en estado fresco, y un significativo 46%-47% como congelado, con un 19%-20% en conservas. Por el contrario, en el mundo en desarrollo, prácticamente un 46% de lo consumido en los últimos años hasta 2019 se consume en fresco, y muy cerca de un 28% como congelado, con una incidencia cercana al 8%-9% de productos seco-salados y ahumados, y otro tanto en conserva.

Otro factor relevante para el análisis del consumo mundial de productos pesqueros, es que casi un 38% de los volúmenes de desembarque entran al comercio internacional en el trienio 2017-2019.

Cifras de referencia para América Latina y el Caribe

El consumo aparente per cápita de productos pesqueros en América Latina y el Caribe (ALC) es bastante reducido −unos 10 kilos por persona año− y equivale a un 50% de los valores medios mundiales de unos 20 kilos en años recientes. De hecho, salvo por el caso de África, de un desempeño aún inferior, todos los continentes restantes superan la marca local. Estas cifras de ALC se explican por una serie de factores.

“El tradicional gusto y hábito por las carnes rojas, ha opacado por décadas la preferencia por consumir productos pesqueros, a lo que se suma la fuerte y creciente competencia en el mercado, con carnes de aves y cerdo, productos que no solamente compiten por precio con la pesca, sino que también, han alcanzado niveles de regularidad, calidad, estandarización, porciones y disponibilidad.”

Tal contraste con los atributos de la pesca en los puntos de venta, en particular con los productos en fresco, hacen que estos últimos desmerezcan y pierdan en parte su atractivo ligado al sabor, la variedad y los atributos alimenticios, entre otros.

El consumo mundial aparente de productos pesqueros, viene creciendo consistentemente a partir de la década de los 60, a una tasa cercana al 3% anual, frente a aumentos poblacionales tan solo de un 1.6% por año en el mismo período.

A pesar de lo anterior, el nivel de aumento de la disponibilidad por persona es muy variable entre los diferentes continentes y regiones, siendo Asia la zona que muestra una más clara y vigorosa tendencia a crecer, mientras los continentes restantes permanecen relativamente estables o disminuyen su ingesta aparente por persona entre 2010 y 2019, como se evidencia en la Figura 1.

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A la vez, las cifras señalan que la velocidad de aumento del consumo aparente, por persona, de productos pesqueros en 2010-2019 duplica al del consumo de carnes.

Las mayores tasas de aumento anuales se relacionan con el consumo de aves, mientras el consumo de vacuno, por persona, disminuye a razón de un 0.4% anual en ese mismo período, y el de cerdo permanece estacionario a nivel mundial.

El consumo aparente de productos pesqueros es creciente en ALC, a razón de unos 300 y 132 gramos por persona y año en 2010- 2019, respectivamente, con vigorosos 391 gramos en Asia, y algo más de 192 gramos anuales a nivel mundial. Por su parte, en América del Sur, el principal centro poblacional de ALC, el consumo solo aumenta a razón de 0.6% anual, cifra estadísticamente no significativa distinta de cero.

“El consumo por persona de productos del mar crece de manera más vigorosa en América Central que en el Caribe y, sin dudas, con mayor impulso que en América del Sur.”

Esta estructura tan diversa, del consumo de productos pesqueros en el mundo y en ALC, no permite sentirse satisfecho con los resultados globales esgrimidos en muchos foros. Las diferencias en los patrones de consumo, no solo se observan en las cantidades registradas en cada continente y región, sino que también, en término de la composición de las especies involucradas.

Así, por ejemplo, en la Figura 2 se observa que, a nivel mundial, destaca más el consumo de peces de agua dulce que el de peces marinos, mientras lo contrario ocurre en ALC, donde predomina por un amplio margen la ingesta de peces de agua salada, seguidos de los de agua dulce.

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También, a nivel mundial, los crustáceos muestran una mayor preponderancia que en América del Sur y el Caribe y otro tanto ocurre con la ingesta aparente de moluscos por persona, la que, a nivel mundial y por persona, es mucho más relevante que en la región de ALC.

¿Cómo avanzamos?

La problemática a enfrentar para aumentar sosteniblemente el consumo de productos pesqueros y acuícolas en buena parte de nuestra región es multifactorial, asunto que amerita una atención permanente, dedicada y holística de autoridades, productores y de la sociedad; de otra forma, siempre los eslabones de estas cadenas productivas que sean desatendidos seguirán siendo los impedimentos que limiten el consumo.

Por un lado, existen problemas de oferta y competitividad, asociados a la baja en la disponibilidad de pesca extractiva costera y a la limitada rentabilidad que obtiene el productor de pequeña escala, a los que se suman el “descuido” relativo del mercado doméstico por parte de un sector de la industria, orientado principalmente a las exportaciones.

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Por el otro, se encuentran mayores dificultades para incidir sobre los hábitos culturales y de consumo, cambios en los flujos del comercio internacional y modificaciones en los niveles culturales y de ingreso, junto a la necesidad de adaptarse a los nuevos y sentidos requerimientos de consumidores, cada vez más exigentes, en cuanto a regularidad de la oferta, estandarización de productos, porciones adecuadas, calidad predecible y garantizada, entre otros.

Esta complejidad de situaciones son las condicionantes a enfrentar, si deseamos estimular sosteniblemente el consumo de productos pesqueros y acuícolas en ALC. En resumen, se evidencia la necesidad de actuar de forma simultánea, al menos, en los dos planos recién descritos, a saber:

i) Mejorar la oferta y su competitividad, y

ii) Realizar esfuerzos sostenidos y concertados para modificar los hábitos de consumo de la población, a través de un amplio proceso educativo que tomará años en mostrar resultados convincentes y permanentes, y que debe abarcar desde la población infantil, incluyendo a diversos grupos de interés, y a segmentos crecientes de la comunidad.

Las mejoras en la oferta y en la competitividad

La estrategia para mejorar la oferta y la competitividad de los productos pesqueros y acuícolas, al menos debe abocarse a responder a los siguientes desafíos principales:

a. Apoyar la pesca a pequeña y mediana escala en asuntos de organización, comercialización, tecnología y finanzas, deseablemente ejecutando planes piloto con poblaciones de productores lo más organizadas posibles. Estas experiencias deberán servir de modelo para extender los planes de soporte a otras comunidades.

b. Mejorar la estandarización de los productos y favorecer la transparencia de los mercados: Es necesario generar normas para estandarizar los productos de la pesca y de cultivo, para orientar a los consumidores tanto como para convocar al productor a enfocarse en la captura, cosecha y manejo postcosecha que tienda a favorecer el logro de productos con mejores estándares, calidad sanitaria y comercial, y en forma más regular.

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Igualmente, deben mejorarse de manera sustancial los sistemas de información de mercado, para que los vendedores puedan saber en cada momento el valor a que se están transando sus productos en diversas localidades y a niveles de playa, mayorista y minorista.

Desarrollar tecnologías de cultivo eficientes, en especial, para producciones a pequeña escala: sin perjuicio de que los pescadores costeros trabajen conjuntamente y con las autoridades para evitar la sobreexplotación de los recursos pesqueros tradicionales. Debe ampliarse y mejorarse el desarrollo de nuevas técnicas para el cultivo en pequeña escala.

Prestar más atención a los requerimientos de los consumidores locales, y mejorar la competitividad con otras carnes, mediante un esfuerzo permanente por mejorar calidad, regularidad, estandarización y precio-efectividad, lo que solo puede lograrse a través de un gran esfuerzo organizativo público-privado, muy bien planificado y puesto en práctica.

Mejoras al proceso educativo

Es importante tratar de incidir en el comportamiento, hábitos de compra y alimentación de las personas, enseñándoles a apreciar las bondades asociadas al consumo de productos pesqueros, desde la más temprana edad, para asegurar que la población de ALC goce de dietas nutricionalmente más equilibradas, con diversidad de sabores, y positivos efectos en la salud.

Para estos efectos es recomendable generar intervenciones público-privadas sostenidas en el tiempo, en al menos los siguientes aspectos:

a. Mejorar la difusión del conocimiento sobre los productos pesqueros y acuícolas en escuelas, centros comunitarios y la población en general. Si se desea mejorar los niveles de ingesta de estos productos se requiere informar a la población desde la infancia, para intentar modificar paulatinamente las actuales pautas de alimentación, dando mayor cabida a los productos de origen acuático.

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b. Acercar la comunidad a las caletas pesqueras, a los centros de cultivo, a los centros de investigación y organizaciones similares como museos temáticos, acuarios y otros. Un contacto más estrecho, y estimulado por productores y el Estado, ayudaría enormemente a generar el conocimiento y los contactos con las actividades de pesca y cultivo.

c. Elaborar y difundir recetarios, textos de cocina y de nutrición.

d. Finalmente, ninguna de las actividades anteriores tendrá sentido, a menos que la población perciba que la industria, los pescadores y cultivadores ejercen un esfuerzo creciente y efectivo para la preservación de los océanos y cuerpos de agua interiores, y en el tratamiento respetuoso de los recursos pesqueros y en cultivo en todas sus etapas de desarrollo.

Por esto, el proceso educativo no solo debe ser aplicado a la población en general, sino que también, muy especial e intensivamente, a los productores, cultivadores y a todos los actores de la cadena productiva, exigiéndoles una actitud y un manejo responsable en sus actividades laborales.

Conclusiones

Estas son entonces algunas de las limitantes que conspiran contra el aumento del consumo de productos pesqueros en ALC, y que llaman a mejorar la percepción del problema, a la propuesta de acuerdos público-privados y a la generación de políticas públicas y privadas que conduzcan a resolver estas cuestiones sin apresuramientos de corto plazo, o con soluciones efímeras y poco productivas, aunque igualmente onerosas.

El proceso puede iniciarse estableciendo en los diversos países Comisiones Permanentes para la Promoción del Consumo de Productos Pesqueros, como punto de encuentro público-privado y con la sociedad en general, las cuales deberían analizar las medidas de todo orden que se requiere impulsar.

La industria, tanto como el pequeño productor, deberían cooperar financieramente para abordar las actividades necesarias, aportando un pequeño porcentaje de sus ventas locales y/o de exportación.

Por lo visto, no será fácil comer más productos pesqueros y acuícolas en América Latina y el Caribe en el horizonte previsible… Aunque con voluntad, inteligencia, liderazgo, sistematicidad y persistencia, SÍ se pueden lograr los cambios necesarios, y alcanzar un aumento en la producción y el consumo doméstico.

Esta es una versión resumida desarrollada por el equipo editorial de Panorama Acuícola Magazine del artículo “EL CONSUMO DE PRODUCTOS PESQUEROS EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (ALC): REALIDADES Y DESAFÍOS” escrito por WURMANN, C.-Centro Internacional de Estudios Estratégicos para la Acuicultura (CIDEEA).
La versión original, incluyendo tablas y figuras, fue publicada en OCTUBRE de 2022.

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