Por: Carlos Wurmann G.*
En esta segunda parte, se completa el estudio general sobre las Exportaciones de Productos Pesqueros en América Latina y el Caribe (ALC), luego de haber presentado en su primera parte un análisis de la importancia estratégica de las exportaciones pesqueras para la región, junto a un breve análisis de los desembarques (pesca más cultivos), y la presentación global de esas exportaciones. El autor culmina el estudio describiendo los riesgos, oportunidades y estrategias que se enfrentan y enfrentarán en el futuro cercano para este rubro comercial en ALC.
Riesgos, oportunidades y estrategias
No puede dejar de destacarse, que los sistemas de información de comercio exterior aún no permiten discriminar entre exportaciones provenientes de productos de la pesca extractiva y aquellos de la acuicultura. Eso sí, es manifiesto que buena parte de los aumentos en las exportaciones de ALC están y estarán más ligados a los productos de cultivo, salvo en el caso de Argentina, que no ha priorizado su acuicultura hasta estas fechas, aunque es probable que lo haga en el futuro. Por cierto, también, en varias otras naciones o territorios, las exportaciones de productos pesqueros tienen bastante significación local y en sus mercados de destino.
Este es el caso de Honduras, por ejemplo, con tilapia y camarones, y de otros productores y exportadores de tilapia, rubro que se produce, consume localmente y exporta en cantidades crecientes en ALC, y que aún pueden aumentar sus cosechas y ventas de forma sustantiva en años venideros.
Desde luego, los productos de la pesca convencional también seguirán exportándose, aunque en este caso, podrían persistir las dudas sobre su capacidad de expansión, o más aún, podría darse la posibilidad de que disminuyan si los esfuerzos de administración de las respectivas pesquerías no son suficientemente exitosos. Existen pocas dudas acerca de que la producción de la pesca extractiva de especies convencionales no crecerá de manera significativa en las próximas décadas, y que aumentos en esos desembarques solo podrán asociarse a mejores niveles de administración de las pesquerías; menores niveles de descarte, y un mejor manejo en la fase de postcosecha.
Así, salvo que se incorporen con mayor énfasis a la matriz pesquera especies menos convencionales como el krill, o especies antárticas de profundidad, los aumentos productivos pesqueros más significativos en las próximas décadas deberían provenir de la acuicultura. Claro que las exportaciones de algunos productos de la pesca extractiva podrían crecer en volumen y/o valor, si parte de lo que hoy se destina al consumo doméstico entra a los mercados internacionales, a pesar de posibles mermas en las capturas.
“Justamente en los cultivos hay que verificar si el proceso de diversificación productiva en el que se encuentra inmersa ALC, desde hace unas décadas, basado de forma creciente en especies nativas, se traducirá en resultados productivos significativos, y más aún, si será una fuente adicional de importancia para las futuras exportaciones de la región, dentro o fuera de esta zona.”
Esto, porque las especies nativas, con tecnologías de cultivo en desarrollo, no necesariamente son conocidas en mercados mucho más allá del propio y el de países vecinos, con lo que su introducción en Estados Unidos (EE.UU.), China, la Unión Europea (UE), Japón y/u otros de las grandes naciones importadoras, puede requerir de enormes esfuerzos, inversiones y largos plazos, situaciones que probablemente limitarán su relevancia, al menos en el curso de la presente década, y tal vez en la siguiente.
En tal sentido, es posible suponer con bastante seguridad, que buena parte del aumento de las exportaciones pesqueras regionales de años venideros se asociará mayoritariamente con:
1) Productos originados en los cultivos, y
2) Las principales especies y productos exportados en la actualidad, sean estos pesqueros o de cultivo.
En el caso de los cultivos, primarán el camarón, salmónidos, tilapia y mejillones, cuyos productos deberían prevalecer en las exportaciones regionales durante esta década y parte de la próxima.
Como se ha señalado, las exportaciones pesqueras de ALC generan importantes saldos monetarios positivos en la región, pero también se asocian fuertemente a la creación de empleo, al desarrollo económico y social de muchas regiones y países, con lo que es necesario desarrollar las sobre bases ambiental, social y económicamente sostenibles, para que continúen contribuyendo de forma permanente al bienestar de las poblaciones locales.
“La globalización del comercio pesquero mundial, eso sí, también genera condiciones desafiantes para los países de la región. Por una parte, la competencia en los principales destinos de las exportaciones pesqueras es cada vez más intensa, y requiere de mejoras continuas para mantener niveles de competitividad adecuados en las ventas al exterior.”
Por otra parte, no es menos cierto que los países de ALC también importan productos pesqueros en cantidades crecientes, y estas compras desafían y desafiarán a la industria local, y en especial a la producción de pequeña escala, la que en ocasiones no puede competir de manera favorable en precios y/o calidad con los productos que provienen del extranjero.
Así, el comercio pesquero internacional en ALC y en otras partes del mundo puede presentar muchas oportunidades, pero implica igualmente algunos desafíos que pueden ser determinantes en el destino de la industria pesquera de la región, con lo que la búsqueda constante y persistente de la innovación, eficiencia y sostenibilidad es una necesidad fundamental.
Tal vez, lo más invitante para las exportaciones pesqueras de ALC es que al menos los EE.UU. (primer importador mundial en valores, y segundo en volúmenes), la UE, Japón y otros grandes destinos, como el de China (primer exportador mundial en volumen y valor; segundo importador mundial en valor y primero en volumen), dependen fuertemente de sus importaciones pesqueras para su consumo doméstico, y esta situación no variará en el futuro previsible.
Es más, China podría convertirse en un período no muy lejano en importador neto de productos pesqueros. También, es claro que países con nivel de desarrollo económico emergente están aumentando su demanda por productos pesqueros, con lo que se han abierto y se abrirán nuevas expectativas comerciales menos tradicionales, pero igualmente destacadas.
Claro está que vender productos en países de alto nivel de desarrollo permite prácticas comerciales que facilitan las ventas, porque se generan negocios con grandes cadenas de supermercado o consumo, con las que se puede planear y organizar las entregas y demás condiciones de venta a plazos relativamente extendidos (semestres o años), en forma muy estructurada, y comprometiendo volúmenes importantes, en regiones con logística adecuada que favorece la preservación de los productos, su distribución y consumo.
Sin embargo, en los países de economías emergentes, este no será necesariamente el caso, y los exportadores locales deberán aprender a comerciar en escalas menores, por períodos más limitados de tiempo, y ante condiciones de logística, preservación de productos, distribución y consumo menos sofisticadas, lo que hará modificar la forma como se produce para ellos y se comercia con
ellos, en búsqueda de la eficiencia, la penetración y la sostenibilidad de las relaciones en estos nuevos destinos.
Con todo, incluyendo el enorme mercado del Brasil y el de México, que muestran niveles de importaciones pesqueras significativos, y en Brasil, importantes saldos negativos que son muy persistentes, las perspectivas de demanda por exportaciones de la región a nivel mundial son y seguirán siendo atractivas en el horizonte previsible, aunque estudios de 2023 de FAO/OECD indican que debe esperarse una ralentización en las tasas de crecimiento de los procesos de producción y exportaciones pesqueras, al menos para los próximos 10 años, junto con algunas bajas en los precios expresados en moneda de igual valor.
“Más aún, es probable que esas estimaciones todavía no han podido internalizar el efecto de situaciones tecnológicas y estratégicas emergentes, que deben manifestar toda su intensidad solo en la década de los años del 2030. Se hace referencia a la creciente importancia que adquieren globalmente los cultivos en sistemas de recirculación (sistemas RAS, por sus siglas en inglés).”
Estos cultivos, “acercarán” la producción acuícola a los lugares donde se consume la pesca en muchos países importadores, ya que a través de ellos se pueden controlar las condiciones de cultivo a los requerimientos de las diversas especies en sistemas de producción cerrados, al disponerse de controles de temperatura y de todo tipo, de manera que no será raro imaginar que grandes importadores de pescado, y en especial salmón, como los EE.UU. y Brasil, por ejemplo, aumenten y/o inicien la producción de salmón en recirculación en su propio territorio, para abastecer sus enormes demandas internas, que en el caso de los EE.UU. se nutre de pesca silvestre de Alaska y Canadá, tanto como de volúmenes crecientes de salmón cultivado de Chile, Noruega, Canadá, Escocia y otros orígenes.
Si esta predicción se cumple, como es probable lo hará de manera creciente en la próxima década¹, o bien, los cultivos de diversas especies se producen en ambientes oceánicos expuestos (“offshore”) frente a las costas de los importadores (EE.UU. o Brasil, por ejemplo), las exportaciones de salmón, camarón y de tantas otras especies pueden verse alteradas fuertemente, afectando a sus actuales países de origen, y desafiando entonces los “privilegios” exportadores de los que goza hasta ahora ALC.
Tampoco puede desconocerse desde ya la influencia que ganarán los productos pesqueros producidos en reactores químicos bajo condiciones controladas, o bien, de alimentos pesqueros “simulados” con materias primas de origen vegetal, la fuerte y creciente competencia de productos cárnicos como aves y cerdos, y los efectos disruptivos asociados al cambio climático, a la búsqueda
de condiciones laborales adecuadas, etc., con lo que la industria pesquera en ALC y en el mundo, en especial quienes exportan, necesariamente deben prepararse para desafíos multifactoriales y crecientes en esta y en las próximas décadas.
“Así, si la región deseara perseverar sosteniblemente a futuro sus exportaciones de productos pesqueros, no puede abstraerse de estas realidades y retos tecnológicos, de competitividad y mercado, y debe adoptar desde ya las medidas que le permitan evolucionar para adquirir los niveles de eficiencia productiva y comercial indispensables para mantener y/o ampliar sus participaciones de mercado.”
Aunque estos hechos son evidentes para analistas sectoriales desde hace algún tiempo, no deja de extrañar que los diversos países de la región (gobiernos y sector privado) no parezcan inquietarse demasiado, situación que retrasa cruelmente la capacidad de reacción de ALC frente a desafíos tan claros como trascendentales, que necesitan de largos períodos de planeamiento e incubación para generar respuestas adecuadas.
¿Cómo hacerse cargo de estos desafíos, al menos en parte? Apoyando, financiando, y administrando un fuerte proceso de innovación tecnológica y comercial, con aportes públicos y privados; apoyando el fortalecimiento de la eficiencia en todos los eslabones de las cadenas de valor; mejorando la gobernanza, entrenando mejor a la fuerza de trabajo y a los funcionarios del Estado de la región; desburocratizando la gestión del Estado y los procesos de acceso a los cultivos a pequeños y grandes productores; incentivando el quehacer en pequeña escala; mejorando las cadenas de distribución y las tecnologías de postcosecha, transporte, almacenamiento y exhibición; apoyando los esfuerzos exportadores, etc.
Claramente, ALC ya debería haber comenzado un proceso de evolución tecnológica/productiva y comercial, así como de mejoras en su gobernanza sectorial en forma mucho más enérgica y con sentido de urgencia que el que se observa mayoritariamente en la región y si no la ha hecho, deben diseñarse y ponerse en marcha a la brevedad las estrategias adecuadas para responder a estos desafíos, so pena de comenzar un proceso de deterioro progresivo de sus capacidades de producir y exportar productos pesqueros desde la próxima década, perdiendo de manera paulatina esta importante fuente generadora de divisas, empleo y desarrollo económico y social.
“En verdad, la región dispone de muchas condiciones adecuadas y favorables para enfrentar estos importantes retos, pero, debe concordarse con que, hasta la fecha, faltan visión de futuro y las capacidades de gestión y liderazgo indispensables para conducir procesos más eficientes y de mejoras continuas en la competitividad como los que se acaba de enunciar, y de los que dependerá la sostenibilidad de este sector a largo plazo.”
Estas reflexiones han sido repetidas sistemáticamente por el autor durante varios años, sin que se aprecie una preocupación suficiente del Estado ni del sector privado por concentrarse en estos asuntos, que serán determinantes del futuro de la industria pesquera y acuícola en la región y en el resto del mundo.
1 Las inversiones requeridas en la actualidad para construir y operar sistemas RAS son cuantiosas, y restringen fuertemente la producción por el momento, con lo que esperándose el desarrollo de diseños más eficientes, los efectos de esta tecnología es probable se harán sentir con más fuerza solo en la próxima década, aunque desde ya existen numerosos proyectos en desarrollo y en fase de producción inicial.
Este artículo es patrocinado por CIDEEA
Carlos Wurmann G.
Presidente, CIDEEA, Centro Internacional de Estudios Estratégicos para la Acuicultura
Santiago, Chile.