Por: Luisa Villamil, Stephany Aragón Rojas y Ruth Hernández Benitez*
Colombia se encuentra entre los principales productores acuícolas de América Latina y el Caribe (ALC), por lo que es válido preguntarse: ¿qué oportunidades tiene la industria en Colombia y ALC para continuar su expansión? y ¿qué estrategias podría acoger para garantizar la sostenibilidad de sus operaciones?
La acuicultura es una de las formas más eficientes de obtención de proteína animal de alta calidad, con alto impacto social y económico para América Latina y el Caribe (ALC). Cuenta con una tendencia de incremento acumulado anual de alrededor del 18%, pasando de 17.3 millones de toneladas en la década de 1990-2000 a 104.0 millones de toneladas entre 2015 – 2020.
En 2020, ALC contribuyó con un 15.7% de la producción global y generó 58.5 millones de empleos (FAO, 2020 y 2022). Además, el consumo promedio de productos acuícolas per cápita en la región es 10.5 kg/año (Souto Cavalli, Blanco Marques, Watterson, & Ferretto da Rocha, 2021), mientras que, el promedio mundial es de 20.5 kg/ año, según el reporte del Foro Económico Mundial, indicando una oportunidad de crecimiento.
“En ALC, los principales productores son Chile y Brasil, seguido por Ecuador, México, Perú y Colombia, este último con un incremento en la producción anual, de la última década, desde 338 a 783 millones de toneladas, cuyo desarrollo está siendo direccionado por el cultivo de tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus), la cual se exporta a Estados Unidos y Europa (Gyalog, Tovar, & Békefi, 2022; Souto Cavalli et al., 2021).”
La industria piscícola en Colombia tuvo un comportamiento similar al global, con un incremento del 22.1% en el PIB para el 2020, en comparación con el año anterior (del Castillo, 2022). En general, se espera su fortalecimiento, ya que, ofrece fuentes alternativas de alimento, con bondades nutricionales destacables, a una sociedad cuyas necesidades alimentarias difícilmente podrían satisfacerse con los productos pesqueros, dada la limitación de los inventarios de peces marinos y continentales (Marrero et al., 2022).
Tilapia y trucha son los productos acuícolas de mayor exportación en Colombia, por un valor de US$ 110,130,000 y un peso neto de 18,985 toneladas en 2022 (Fedeacua, 2023).
Frente a estos resultados, es válido preguntarse: ¿qué oportunidades tiene la industria en Colombia y ALC para continuar su expansión? y ¿qué estrategias podría acoger para garantizar la sostenibilidad de sus operaciones?
Desafíos de la industria acuícola en camino a la transformación azul
Un insumo de interés, para responder a estos cuestionamientos, es el documento “Transformación azul: Visión para transformar los sistemas alimentarios acuáticos” (FAO, 2022), en el que se propone incrementar la contribución de los sistemas alimentarios acuícolas a la seguridad alimentaria y la nutrición, con una premisa clara de evitar la degradación de hábitats, contaminación ambiental, reducción de la biodiversidad y procurar el bienestar animal.
Bajo esta óptica, y teniendo en cuenta el desarrollo de la industria en países líderes mundiales, es necesario lanzar una alerta a la tendencia vigente. China, y su política de crecimiento verde, ha decidido retirar cultivos en jaulas de cuerpos de agua continentales para proteger las comunidades afectadas (Figura 1) (FAO, 2022).
De allí que sea importante, si no un cambio inmediato, al menos procurar una reflexión sobre el direccionamiento de la política pública y del apoyo al sector, para revisar alternativas de cultivo que generen menor impacto ambiental.
Así mismo, la sostenibilidad integral de la industria acuícola también debe atender varios objetivos de desarrollo sostenible (ODS), según la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, como son: ODS 8, Trabajo decente y crecimiento económico, igualdad de género; ODS 11, Ciudades y comunidades sostenibles; ODS 12, Producción y consumo responsables; ODS 13, Acción por el clima; ODS 14, Vida submarina; además de lo indicado por el ODS 17, que comprende alianzas para lograr los objetivos.
“La pregunta natural, es ¿cómo enlazar los esfuerzos que se requieren para atender tantos frentes y garantizar la rentabilidad de la operación en la industria acuícola? Resulta oportuno, y favorable, el diálogo cercano entre empresarios, academia, entidades del estado y sociedad civil, para aunar esfuerzos orientados a proveer soluciones tangibles, que faciliten el alcance de los objetivos.”
Es necesario el trabajo transdisciplinar, para ofrecer alternativas basadas en la propia biodiversidad del país con el propósito de mejorar la salud de los organismos cultivados; en especial, incentivar el crecimiento de empresas, con base tecnológica, a fin de ofrecer vacunas producidas en el país o de probióticos, que son microorganismos benéficos para los peces, que no se producen en la actualidad y no cuentan con la regulación adecuada para garantizar los efectos positivos relacionados, como es la prevención de enfermedades en los peces, al potenciar las defensas naturales de los organismos cultivados y disminuir la colonización de bacterias patógenas y oportunistas.
Además, los probióticos pueden mejorar la digestión y la absorción de nutrientes, lo que resulta en un crecimiento más rápido y una mayor eficiencia del cultivo (Melo-Bolívar, Ruiz Pardo, Hume & Villamil Díaz, 2021).
Una visión holística
En general, resulta evidente que el mejoramiento de la acuicultura requiere una visión holística, que contemple la inseparable relación entre los organismos cultivados y el agua, los sistemas de cultivo en los cuales se lleva a cabo la producción y las condiciones que estos proveen, para garantizar el bienestar de las especies que allí se mantienen, incluyendo los microorganismos, los cuales, a pesar de su diminuto tamaño, ejercen un efecto potente en la operación que el productor, con compromiso y esfuerzo, desea sacar adelante para el bien común.
Es así como, el enfoque interdisciplinario propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en inglés), mediante la iniciativa “Una Salud” o “One Health”, (FAO, WHO, UNICEF, & UN, 2016), que reconoce la relación entre la salud humana, animal y de los ecosistemas, es válido para Colombia y la región.
La estrecha relación entre la salud humana y animal, se puso en evidencia durante las crisis mundial generada por eventos como: influenza aviar, COVID-19, o la multirresistencia a antibióticos, la cual ha pasado un poco desapercibida quizás por los efectos progresivos y aparentemente silenciosos, pero descritos con amplitud en acuicultura (Haenen et al., 2023).
“En Colombia, la iniciativa “Una Salud” es apoyada por el Ministerio de Salud y Protección Social, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Instituto Nacional de Salud (INS).”
Estas instituciones trabajan en conjunto para promover la investigación y la implementación de prácticas sostenibles en la acuicultura, así como en la prevención y control de enfermedades animales que puedan afectar a la salud humana.
No obstante, las estadísticas del uso de antibióticos en la industria, así como la evaluación de la presencia y prevalencia de genes de resistencia a antibióticos en bacterias, asociadas a los cultivos y ecosistemas próximos, son temas de investigación que merecen atención, debido a que no se cuenta con datos epidemiológicos suficientes (Colombia – Wisconsin One Health, 2018).
Adicionalmente, la conectividad entre los cuerpos de agua es innegable, al igual que el riesgo de contaminación de fuentes naturales, las cuales deben ser preservadas para su uso.
Una de las tecnologías más importantes, para la sostenibilidad de la acuicultura, es la implementación de sistemas de reúso de agua, como el RAS (Recirculating Aquaculture Systems), debido a que son sistemas cerrados que reciclan el agua de cultivo, minimizando la contaminación del medio ambiente (Figura 2).
Los sistemas RAS también tienen la ventaja de permitir el control preciso de las condiciones de producción, lo que resulta en un ambiente más saludable para los peces y mejora la eficiencia del cultivo. Los probióticos pueden ser especialmente útiles en combinación con los sistemas RAS, ya que el ambiente controlado proporciona un entorno óptimo para la proliferación de microorganismos beneficiosos y, de esta manera, evitar el uso de antibióticos (Shi et al., 2022).
“Otro aspecto fundamental, en la sostenibilidad de la industria acuícola, es el uso de los alimentos balanceados funcionales. El alimento es una de las inversiones más altas de los ciclos productivos. Los alimentos han recibido atención, desde la perspectiva ambiental, porque incluyen harina de otros pescados, lo cual representa una paradoja en la nutrición, usar peces para alimentar peces y no a la humanidad (Kari et al., 2023).”
Es de reconocer que, en este aspecto, se han logrado avances importantes, gracias a la investigación en reemplazo de harina de pescado por otras harinas de origen vegetal, como la soya y el maíz, cuyos desafíos en la sostenibilidad se relacionan con el uso del agua, disposición de desechos nitrogenados y fosforados, así como la misma competencia de estos recursos para nutrición humana o animal.
Investigaciones recientes proponen el uso de proteínas provenientes de bacterias, levaduras y microalgas, con ventajas como menor impacto ambiental, el mayor contenido de nutrientes esenciales y digestibilidad por parte de los peces.
En Colombia, diversos grupos de investigación contribuyen, activamente, al avance en la sostenibilidad de la industria acuícola en el país. Se destaca el apoyo al sector, mediante la financiación de proyectos de investigación, por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias, Ministerio de Ciencia, 2022) a través del Sistema General de Regalías, el cual es un esquema de coordinación entre entidades territoriales (MinHacienda, 2019).
En esta iniciativa, trabajan mancomunadamente la Universidad de La Sabana y el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), Regional La Guajira, con la implementación de sistemas de recirculación acuícola y de estrategias biotecnológicas para producir alimento funcional, con miras a incrementar la productividad y la sostenibilidad del cultivo de tilapia en los Centros de Formación de Fonseca y Riohacha; proyecto “Implementación de herramientas biotecnológicas y sistemas de recirculación para lograr la sostenibilidad del cultivo de tilapia como estrategia productiva para la seguridad e inocuidad alimentaria en La Guajira”, BPIN 2020000100487 (Figuras 3, 4 y 5).
Por otro lado, la innovación y la tecnología juegan un papel importante para el avance en acuicultura, como se ejemplifica en el proyecto Universidad La Sabana – SENA.
Sin embargo, la adopción de las nuevas tecnologías en el territorio debe partir de estrategias de política pública que permitan un aprendizaje mutuo entre los actores de esta cadena productiva, incluidos acuicultores artesanales, industrias, proveedores de alevines y alimento, autoridades de sanidad animal y centros de investigación (Watson, Falconer, Dale, & Telfer, 2022).
Un ejemplo de ello, en el ámbito internacional, son las nuevas licencias de desarrollo introducidas por el gobierno noruego, para incentivar el uso de tecnologías que reduzcan la expansión en áreas de mar abierto que no han sido utilizadas para este fin, y que permitan la reducción de emisiones en sistemas de producción costeros (Moe Føre et al., 2022).
También en Europa, se está trabajando en el desarrollo de nuevos materiales para la industria acuícola, que no constituyan un riesgo para el ambiente (Moe Føre et al., 2022); así como estrategias para la vigilancia de las condiciones fisiológicas del pez, diagnóstico oportuno de enfermedades para hacer un tratamiento individualizado y facilidades para la toma e interpretación de los parámetros fisicoquímicos del cultivo, mediante una capacidad de analítica de datos avanzada (Campus Mondial de la Mer, 2023).
“En Colombia, se requiere incentivar la política de datos abiertos, visibilizando la información con calidad, en tiempo real, unificada y confiable, para su fácil comprensión en la toma de decisiones, registros históricos, gestión del conocimiento y/o en el tratamiento para investigaciones y aplicaciones comerciales.”
El país ha avanzado en este escenario, poniendo a disposición el Servicio Estadístico Pesquero Colombiano (SEPEC) (Enlace de consulta: http://sepec.aunap.gov.co/), en el cual reposa información relevante para el seguimiento en el avance de esta industria, a saber: pesca de consumo y pesca artesanal, informes geográficos, localización de las unidades de producción de acuicultura, volúmenes de comercialización por especie, entre otros.
No obstante, este tipo de herramientas analíticas no ha sido aplicada en su totalidad a la industria acuícola, lo que se traduce en un rezago para el país y una oportunidad de trabajos interdisciplinarios que permitan su desarrollo.
Las reflexiones colectivas coinciden en que, para lograr que este tipo de iniciativas de mejora en la industria transciendan y la gestión de la información sea un escenario democratizado, que a su vez se vea articulado hacia el incremento de la productividad y la sostenibilidad de la industria acuícola, es necesario que el modelo de la quíntuple hélice, Sociedad – Estado – Empresa – Universidad – Medio Ambiente, cuente con la participación generosa, activa y comprometida de todos los representantes con fuertes lazos de cooperación internacional.
Las referencias y fuentes consultadas por el autor en la elaboración de este artículo están disponibles bajo petición previa a nuestra redacción.
Luisa Villamil 1 , Stephania Aragón-Rojas1 y Ruth Elena Hernández Benitez2
1Universidad de La Sabana, Doctorado en Biociencias, Facultad de Ingeniería.
2SENA, Centro Acuícola y Agroempresarial de La Guajira