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El Seguro acuícola: indispensable en la transferencia del riesgo y base fundamental para la seguridad alimentaria

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Por: Biól. Carlos Quiroga Treviño.*

Las empresas dedicadas al cultivo de organismos acuáticos no están libres de riesgos que pueden afectar la producción. Aun con todo el esfuerzo de los productores, estos se ven afectados en sus intereses económicos a consecuencia de factores ambientales que, en ciertas ocasiones, pueden provocar situaciones de riesgo.

La pesca y la acuicultura son asuntos de seguridad nacional, así como parte esencial del quehacer económico y social del país. La acuicultura es el sector, productor de alimentos, que registra el más rápido crecimiento y es fundamental para la seguridad alimentaria de México. La producción acuícola internacional aumentó 50.2% en el periodo comprendido del 2011 al 2020 y en este país el incremento alcanzó un máximo de 53.9% en 2017 (FAO, 2020).

Adicionalmente, en los últimos años se registró un incremento en el consumo per cápita anual de 8.91 a 12.00 kilos.

Dadas las previsiones de crecimiento demográfico, se estima que la acuicultura producirá 85 millones de toneladas de alimentos en 2030 (FAO, 2006). Esto significa que el pescado para consumo humano directo, procedente de las piscifactorías, superará en 2030 al volumen capturado por las flotas pesqueras.

“Es evidente que la acuicultura desempeña un importante papel a la hora de cerrar la brecha entre las producciones pesqueras sostenibles y la creciente demanda de alimentos, provenientes de aguas dulces o marinas.”

El perfil geográfico de México genera una gran diversidad de condiciones climáticas y ecosistemas que contribuye al desarrollo de un sector acuícola muy diversificado. El ulterior desarrollo de la acuicultura, en el país, dependerá de la aplicación exitosa de tecnologías eficientes y de procesos de innovación, modernización y reconversión productiva.

Los efectos del cambio climático, inducido por actividades antropogénicas, representan la principal fuente de amenazas para la actividad acuícola, que podrían manifestarse en incrementos en la frecuencia o intensidad de huracanes, ondas cálidas o frías, y de fenómenos meteorológicos más complejos, como El Niño –Oscilación del Sur– y su fase fría La Niña, principales fuentes de amenazas para la actividad (Figura 1).

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Aunado a lo anterior, el país es afectado por el 30% de la actividad ciclónica mundial, por lo que año tras año la acuicultura está a expensas de estos fenómenos meteorológicos, los cuales se presentan con mayor energía, siendo más destructivos (Figura 2).

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De acuerdo con Kunreuther y MichelKerjan (2009) y Cummins y Mahul (2009), desde hace más de 30 años, existe una clara tendencia en el aumento de la frecuencia de catástrofes naturales que ocasionan pérdidas financieras significativas (Figura 3). En el año 2011 se produjeron las mayores pérdidas derivadas de catástrofes naturales de toda la historia, alcanzando 386,000 millones de dólares.

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El nivel de pérdidas aseguradas también depende de la geografía y tipología física de las catástrofes. Las gráficas muestran que, en promedio, el aseguramiento de las pérdidas debidas a terremotos (sucesos geofísicos) ha sido inferior al de las causadas por temporales (sucesos meteorológicos) (Figura 4). Las pérdidas derivadas de catástrofes naturales son elevadas e impredecibles.

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La tendencia alcista de las pérdidas económicas totales en las últimas décadas, evidencia la creciente exposición de la economía mundial a catástrofes naturales. Esta evolución ha ocasionado pérdidas sin precedentes al mercado asegurador mundial, donde estos quebrantos se transmiten desde los asegurados, vía las aseguradoras primarias, hasta las compañías de reaseguros.

Las reaseguradoras hacen frente a estos riesgos extremos mediante la diversificación, la financiación por adelantado y el reparto de riesgos con otras instituciones financieras.

El análisis de las fuentes de riesgo implica, de una u otra forma, la indagación de las circunstancias en las cuales se materializa este en un acontecimiento dañoso, en un siniestro.

El Seguro acuícola: indispensable en la transferencia del riesgo y base fundamental para la seguridad alimentaria

El análisis del riesgo consiste en identificar, jerarquizar y evaluar causas y efectos, así como adaptar y adecuar las medidas para minimizar daños y/o pérdidas. La frecuencia y severidad son los principales factores en la evaluación o medición de los quebrantos económicos que el riesgo conlleva al materializarse en un siniestro.

En el primer caso, se pretende determinar el número de pérdidas que ocurrirán, es decir, la probabilidad de ocurrencia, dando por supuesto mayor peso a los riesgos que, por su naturaleza, son más factibles que se presenten.

En el caso de la severidad, se pretende analizar lo grave que pueda resultar su impacto económico en relación con la capacidad financiera de la actividad productiva, y debe de ser medido suponiendo lo peor que pueda suceder.

La cultura del seguro y la prevención sobre el riesgo es un proceso que engloba dos momentos principales:

1.Las acciones y medidas durante la exposición al riesgo (antes del siniestro).

2.El establecimiento de los marcos de trabajo organizacional (después del siniestro).

La evaluación y medición del riesgo se basa en los siguientes factores:

✓ La frecuencia del siniestro.

✓ La severidad.

✓ La pérdida máxima probable.

Uno de los objetivos del plan sectorial de desarrollo agropecuario pesquero y alimentario, es promover mayor certidumbre en la actividad agroalimentaria mediante mecanismos de administración de riesgos, el diseño de un mecanismo integral de aseguramiento frente a los riesgos climáticos y de mercado, comprendiendo los eslabones de la cadena productiva.

“Las empresas dedicadas al cultivo de organismos acuáticos no están libres de riesgos que pueden afectar la producción. Aun con todo el esfuerzo de los productores, estos se ven afectados en sus intereses económicos a consecuencia de factores ambientales que, en ciertas ocasiones, pueden provocar situaciones de riesgo, donde el hombre y su tecnología poco o nada pueden hacer para controlarlos.”

Las necesidades crecientes de protección que consoliden el crecimiento de la acuicultura son cada vez más importantes.

El seguro acuícola es de vital trascendencia para el desarrollo integral de la actividad, cubriendo con eficiencia, oportunidad, profesionalismo y calidad las demandas del mercado.

En el Instituto Panamericano de Estudios e Investigación sobre Riesgos Agroalimentarios (INPEIRA), estamos comprometidos en desarrollar talento humano y diseñar productos de una avanzada y moderna capacidad técnica, los cuales deriven en esquemas de cobertura que permitan lograr la máxima penetración entre los productores acuícolas.

Las referencias y fuentes consultadas por el autor en la elaboración de este artículo están disponibles bajo petición previa a nuestra redacción.
Biol. Carlos Quiroga Treviño.
Director de la Academia Acuícola.
Instituto Panamericano de Estudios e Investigación sobre Riesgos Agroalimentarios.

 

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