Por: Roberto Arosemena*
En una zona gris legal y con riesgos estratégicos: lo que todo inversionista debe evaluar antes de apostar por el basa (Pangasius sp) en México.
La acuicultura se ha convertido en uno de los sistemas de producción de alimentos de más rápido crecimiento en todo el mundo, ofreciendo oportunidades para la seguridad alimentaria, la generación de empleo y el desarrollo económico de regiones y países.
Entre las muchas especies cultivadas en el mundo, el basa (Pangasius hypophthalmus) ha ganado popularidad debido a su rápido crecimiento, adaptabilidad y bajos costos de producción, particularmente en el sudeste asiático.
Este artículo evalúa algunos aspectos importante sobre la viabilidad del cultivo de basa en México y plantea consideraciones biológicas, ambientales, legales y de mercado.
La producción
El basa ha llamado la atención de los productores debido a que presentan algunos indicadores productivos y biológicos mejores que los de la tilapia, cuyo cultivo se ha generalizado a nivel mundial.
El basa presenta un crecimiento más rápido que la tilapia y alcanza mayor tamaño, presenta un mayor rendimiento en la conversión de pescado entero a filete, y es más resistente a condiciones de baja calidad de agua y cultivos intensivos, entre otros aspectos.
Sin embargo, su reproducción es más compleja que la de la tilapia y se considera más susceptible a enfermedades. Asimismo, se debe considerar que el país no cuenta con una cadena de valor para el basa, por lo que el abastecimiento de alevines es inexistente y no se cuenta con recurso humano capacitado para manejar esta especie.
La inseguridad jurídica
En México la legalidad del cultivo comercial de basa se encuentra en una “zona gris”. Existen permisos de introducción y producción, pero solo con fines ornamentales; sin embargo, la situación legal del cultivo comercial para consumo de esta especie se encuentra en cierta forma indefinida.
La “zona gris” se origina en el hecho de que en lugar de que exista una prohibición legal vinculante, la situación se maneja a través de recomendaciones y advertencias por parte de autoridades como la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA). Aunque estos comunicados tienen un peso institucional, no son documentos legales con la fuerza de una ley o una Norma Oficial Mexicana (NOM).
Las preocupaciones más importantes de las autoridades, y que dan lugar a estas recomendaciones, son que el basa se considera una especie potencialmente invasora en México.
Si se libera en los ecosistemas naturales, podría competir con los peces nativos por alimento y hábitat, amenazando la biodiversidad y alterando el equilibrio ecológico. A pesar de esto, algunos promotores argumentan que la especie, si bien es exótica, no es invasora, lo que abre el debate y la posibilidad de continuar con el cultivo.
No obstante, debemos considerar que México ha tenido cuando menos dos antecedentes de especies de peces invasoras que han causado afectaciones importantes (no solo ambientales, sino también económicas) en los ecosistemas donde se han desarrollado: el pez diablo (Hypostomus sp) en cuerpos de agua dulce, y el pez león (Pterois sp.) en el caribe mexicano.
Estos antecedentes han prendido las alarmas de las autoridades y organizaciones de la sociedad civil con respecto a este peligro, lo cual incrementa substancialmente las probabilidades de que en cualquier momento se genere la normatividad que prohíba en forma contundente el cultivo de basa en el país.
La situación en México no es única. En otros países, como Colombia, se ha enfrentado una discusión similar sobre la legalización de la producción de basa, con un conflicto entre quienes defienden la acuicultura comercial y quienes señalan los riesgos ecológicos.
El gran tema: el mercado
Normalmente al evaluar el destino de sus recursos, los inversionistas estudian las alternativa de “atrás para adelante”, esto es, el primer tema es la caracterización del mercado, ya que, si este no existe, o no presenta las características adecuadas, todo lo demás pierde sentido.
México es un gran importador de filete de basa congelado, principalmente de Vietnam, por lo que se podría considerar que ya existe un mercado establecido en el país. Sin embargo, se debe ser más específicos, ya que el producto y nicho de mercado es muy específico: filetes congelados para el mercado institucional.
Si un inversionista pretende incursionar en dicho mercado, deberá considerar una inversión muy considerable para poder alcanzar los volúmenes de producción que justifiquen la operación de la planta procesadora y que permita atender con constancia los pedidos de los clientes institucionales. Hay que considerar que en este momento no existe producción de basa en México, por lo que consolidar volumen de otros productores más pequeños no es una opción.
Adicionalmente, es importante estar consciente de que la demanda de basa importado se fundamenta en sus bajos precios resultado de los costos de producción extremadamente bajos en Vietnam, donde las economías de escala, la infraestructura establecida y los bajos costos laborales hacen que la competencia local sea un desafío. A menos que los productores mexicanos logren eficiencias similares, el basa cultivado en el país puede tener dificultades para competir en precio con los productos importados.
En el caso de la tilapia, que también enfrenta el reto de grandes volúmenes de importación, los productores nacionales han podido vender su producción en los mercados regionales y locales, no tanto los institucionales. Los mercados locales de tilapia favorecen el consumo de tilapia entera eviscerada, no tanto el filete, por lo que es un nicho que les permite tener más margen de acción contra los filetes importados.
Esta situación no existe en el caso de los bagres en México (siendo el basa un tipo de bagre). En México, por razones culturales, el consumo de bagre entero, o en otras presentaciones que no sea filete, no es realmente significativo.
La producción de bagre en México en 2024 fue de 2,721 t, lo cual representa apenas el 0.13% de la producción pesquera y acuícola del país. De ese total, el 40%, es decir 1,081 t, fueron producidas por acuicultura, representando el 0.3% de la producción acuícola nacional. Esto nos indica que en realidad no existe una demanda significativa de bagre que fomente su producción.
Al no existir una demanda local y regional para bagre, las probabilidades de éxito para los pequeños y medianos inversionistas son muy limitadas. Desarrollar este mercado sería también muy difícil, ya que, las barreras para ellos serían de carácter cultural, las cuales son difíciles, y lentas, de cambiar.
Conclusión
Reconozco que para definir con certeza la viabilidad del cultivo de basa en México se requeriría un análisis más amplio y profundo. Sin embargo, hemos analizado tres aspectos fundamentales que considero tienen un peso específico muy importante: el aspecto productivo, seguridad jurídica y mercado.
Considero que los argumentos expresados muestran que México no es, en este momento, un lugar favorable para realizar inversiones para el cultivo de basa debido a:
1) La inseguridad jurídica existente resultado de una normatividad ambigua y que puede definirse en contra de la inversión en cualquier momento,
2) La existencia de un mercado de filetes que requiere de grandes inversiones para poder entrar a él, y
3) La inexistencia de mercados locales y regionales debido una falta de cultura de consumo de bagre.
Por lo tanto, por la relación riesgo/beneficio que presenta esta actividad, en lo personal considero que la acuicultura de basa en México no es la opción de inversión más conveniente en la actualidad.
Como alternativas, desde mi perspectiva, la tilapia se destaca como una opción más probada y menos riesgosa. La tilapia ya está bien establecida en México, con cadenas de producción desarrolladas, familiaridad con el mercado y menos riesgos ecológicos. Además, la tilapia disfruta tanto del consumo interno como de las oportunidades de exportación, especialmente a los Estados Unidos, y los requerimientos de inversión inicial pueden ser moderados.
* Roberto Arosemena es ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Guaymas, y obtuvo su maestría en Acuacultura por la Universidad de Auburn, Alabama en Estados Unidos. Cuenta con más de 35 años de experiencia en el sector acuícola nacional e internacional. Ha ocupado diferentes cargos tanto en el sector tanto privado como gubernamental entre los que destacan haber sido presidente fundador de Productores Acuícolas Integrados de Sinaloa A.C., empresa integradora constituida por 32 granjas camaroneras. Fue director general fundador del Instituto Sinaloense de Acuacultura por más de 9 años. Se desempeñó como secretario técnico de la Comisión de Pesca en la Legislatura LXII en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Asimismo, ocupó el cargo de director ejecutivo del Consejo Empresarial de Tilapia Mexicana A.C. Actualmente se desempeña como director general de NDC Consulting Group y como socio fundador y director ejecutivo del Centro Internacional de Estudios Estratégicos para la Acuicultura (Panamá).